Ciénaga: notas electorales (4)

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Payares González

Carlos Payares González

Columna: Pan y Vino

e-mail: carlospayaresgonzalez@hotmail.com



En Ciénaga es cosa común encontrar que algunas personas hagan dos acostumbradas preguntas a los candidatos a cualquier cargo (Alcaldía o Gobernación) o corporación de elección popular (Asamblea o Concejo).

La primera: ¿qué jefe político te apoya? Y la segunda: ¿cómo estás de plata? Quienes hacen estas preguntas en vez de estudiar la hoja de vida y las propuestas de los candidatos prefieren conciliar su voluntad de voto con los sempiternos padrinos políticos y con la cantidad de dinero de que dispongan los candidatos para asignarles una buena oportunidad de ser elegidos en la subasta electoral.

La primera conclusión bajo esta lógica sostiene que sin el amparo de los políticos tradicionales y sin una 'tula de billetes' bastante pesada y ruidosa lo más recomendable para los pobres candidatos sería que se dedicaran mejor a sembrar cualquier fruta o vegetal.

Quienes así piensan admiten que los candidatos no deben responder a unas colectividades políticas. Mucho menos consideran que sean el fruto del análisis racional de la confrontación entre las necesidades de los electores y el candidato que debe reunir un perfil adecuado.

El "candidato-tula" generalmente aparece de conciliábulos y no de las consultas internas de los partidos o movimientos políticos. Luego, para cumplir los requisitos de ley, consigue o 'compra' el llamado aval político.

Este es uno de los tantos mitos que han sido promovidos y preservados por quienes convierten las elecciones en un campo de guerra comercial donde tú me vendes el voto y yo te pago. O yo te pago y tú me vendes el voto.

Sin embargo, ¿cuántas veces no hemos visto a un candidato apadrinado por más de un 'peso pesado' de la política que ha terminado ahogado en su propia ley? Nuestros políticos y, los del mundo entero, entre más duran en el tiempo más terminan siendo conocidos como mentirosos y promeseros.

Lo mejor muchas veces para quienes empiezan en los gajes de la política es mantenerse lo más alejado posible de cualquier 'contagio' que termine chamuscándolos. Existen padrinos políticos que es más lo que restan que lo que suman en unas elecciones.

Por eso no parece nada inteligente que un candidato a la Alcaldía tome como jefe político a un alcalde con alto desprestigio social dado que puede terminar convirtiéndosele en un 'peñasco' en el zapato. Soy de los que piensa que quien hoy busque o acepte el apoyo, entre bastidores, del actual Alcalde de Ciénaga lo más probable es que en las urnas termine perdiendo las elecciones.

En cuanto a la tula repleta de dinero en más de una ocasión ha quedado demostrado que no es cierto que quien más dinero tiene en una campaña electoral necesariamente logra el triunfo. Así mismo, no necesariamente los candidatos austeros en la campaña o sin dinero son prenda de garantía para un comportamiento transparente y al servicio de las comunidades. A lo ancho y largo de la patria existen ejemplos de candidatos derrochadores de dinero que terminaron llorando ante los penosos resultados.

Aunque debemos reconocer que existen, por ejemplo, algunos concejales o diputados perpetuos que todo el mundo sabe que sólo tienen o 'sacan' votos en las planillas de la Registraduría. No tienen votos de carne y hueso sino votos matemáticos. Son los votos que aparecen en las urnas como por arte de magia.

Lo cierto es que quien se somete a la ley de la compra y venta de votos puede ser víctima de su propio invento, dado que siempre existirán otros candidatos que sin ningún pudor pueden ofrecer a los vendedores de conciencia unas cifras más altas y, a su vez, existen también algunos ciudadanos descompuestos (entre estos algunos mal llamados dirigentes comunales) dispuestos a venderse al mejor postor como humildes proxenetas de la política. Para quienes se enrolan en la subasta electoral les cabe aquel viejo refrán que reza que 'En la boca del horno se quema el pan'.

En veces he escuchado de boca de algunos políticos que pregonan arengas contra la corrupción y el resto de malas mañas dentro de la política que durante las elecciones 'agarren el billete' de los candidatos-tulas para que luego terminen votando por otros.

Les recomiendan a los desvalidos que reciban y después les hagan mamola. Esta parece ser la única propuesta para construir una cultura ciudadana electoral por parte de los falsos moralistas de lo público.

Para que la gente vote por quienes en nombre de una supuesta decencia sermonean que la plata ofrecida por los 'candidatos-tula' ha sido antes una plata robada al prójimo por medio de cargos públicos y que, por lo tanto, no es ningún pecado que 'los de abajo', los jodidos pobres de siempre, engañen robándosela de nuevo al no cumplir en el momento de depositar el voto.

Algo así como 'tú robas y yo también robo'. No cabe duda que (tal vez sin quererlo o pensarlo) quienes así hablan a los electores están mostrando ante la ciudadanía la proclividad de conciencia ante cualquier clase de delito. No parece saludable votar por quienes compran las conciencias y por quienes sugieren este tipo de trampas inmorales.