Venezuela en llamas

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



El cáncer del Socialismo del siglo XXI hizo metástasis, y hoy el mundo observa atónito su agonía dolorosa. Venezuela hoy es una nación inviable tanto política como económicamente, y la transición forzada es inevitable; asistimos a los últimos días de Maduro y del chavismo.


El referendo revocatorio, si lograra vencer los obstáculos del establecimiento, sería en el 2017, y para entonces sería demasiado tarde. Si Maduro no abandona por voluntad propia el poder en los próximos meses, su partida se dará por la vía de los hechos. La estadía de Maduro en el poder es insostenible.

Es poco probable que el cambio venga de la oposición, es mucho más probable que sean las fuerzas militares las que terminen dándole un portazo en la cara a Maduro. No es descartable que en aras de lograr gobernabilidad, pacten con la oposición un gobierno transitorio. La gobernabilidad de Venezuela requiere de la participación activa de la oposición.

Los cambios que necesita Venezuela son monumentales. Hay que desmontar prácticamente todo lo que hicieron Chávez y Maduro, y desafortunadamente esto no puede hacerse de forma abrupta. Todavía hay elementos de las fuerzas armadas venezolanas que creen que el chavismo es viable, y que el problema es la incompetencia de Maduro. Mentira; Maduro es tan incompetente como Chávez en su momento lo fue. La diferencia es que al Maduro le tocó la olla raspada. La bonanza creó la ilusión de que el Socialismo del siglo XXI era viable cuando en realidad nunca lo fue y nunca lo será.

Va a darse un cambio, el cual no necesariamente será visto como democrático en su forma, pero sí en su esencia. El gobierno de Venezuela ya no es democrático y por tanto, no puede aspirar a que sea tratado conforme a las reglas de juego de la democracia; es más, la democracia como tal, permite que cuando un gobernante no le cumple a su pueblo, este tiene derecho a sacarlo del poder, preferiblemente de forma civilizada, pero en últimas por la fuerza. La democracia no excluye la fuerza y el derecho del pueblo a rebelarse contra la tiranía; la verdadera democracia exige el uso de la fuerza cuando las circunstancias lo demanden.

Una economía racionada por todos lados, con jornadas de trabajo de dos días para los funcionarios públicos, las arcas vacías, escasez de alimentos y de medicinas, por hablar solo de los males menores, es una economía a punto de explotar socialmente, y así va a suceder.

Desafortunadamente, pareciera que el resorte de la OEA está agotado por cuenta de la enemistad entre Almalgro y Maduro. En mal momento se da este deterioro, cuando hacen falta los buenos oficios de una institución internacional, o de alguien con gran credibilidad para convencer a Maduro de que debe abandonar el poder inmediatamente.

Se entiende el afán de los herederos de Chávez de aferrarse al poder porque saben que si lo pierden, le tendrán que rendir cuentas al pueblo venezolano por uno de los mayores robos en la historia de la humanidad. No es difícil imaginarse que ese mismo temor lo tiene un gran sector de las fuerzas armadas, que hoy más que ser el ejército de una nación, son los mercenarios de un dictadorzuelo de marras. Quizás prefieren morir en un baño de sangre a ser juzgados por su pueblo, y en el caso de muchos militares, en los Estados Unidos por sus obvios vínculos con el narcotráfico.

Todos los síntomas indican a que la caída de Maduro es en el corto plazo, un par de meses o algo así. Colombia debe prepararse para el escenario de colapso del vecino país: Manejo de fronteras y refugiados, e incluso como ayudar a estabilizar la situación, ya que lo que suceda en Venezuela repercute inmediatamente en Colombia.

Presidente Santos, es hora de que active un plan de contingencia para que no lo desborden las circunstancias. El colapso de Venezuela está más que cantado.


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