La educación sexual como política de prevención

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Escrito por:

Alfonso Lopez Carrascal

Alfonso Lopez Carrascal

Columna: Pedagogía Constitucional

e-mail: lopezcarrascal@yahoo.com



Dicha educación, como lo señala Cresalc Colombia, debe tener una visión humanista y democrática de la sexualidad humana  y la educación sexual, como un comportamiento humano que facilita comprender y analizar su misma realidad. Vivimos una etapa, de alto desarrollo humano, en que lo sexual  no debe ser únicamente un producto industrial  o comercial, en que tampoco se le puede negar a la juventud  su conocimiento, como política de prevención para evitar tantos embarazos no deseados, y desde la escuela enseñar al individuo a conocer su cuerpo, mirándose la sexualidad como un conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada uno de los sexos, para distinguir al macho  de la hembra.


Desde tiempos inmemoriales, ese sentido o estudio del sexo y la sexualidad, valía según las creencias el conocimiento y la actitud de cada cual. No mirarse como un tabú como antiguamente se percibía en el proceso de identificación de las personas, sino que didácticamente, debe conformar una pedagogía articulada con la actual constitución sobre la libertad de aprendizaje, sin esos criterios limitantes  y tampoco mirarlo y estudiarlo, como el simple instinto animal, similar por analogía, como tener hambre y operar por instinto de ingestión alimenticia.

El concepto de libido  no debe mirarse como simple función sicológica de esa actividad, lo que implica que el derecho penal, debe significar una cercanía a los tiempos, para hablar del sexo legal y la sexualidad, ligándola  al sistema hormonal  y en especial, a la reproducción humana  y de allí, reconsiderar las acciones punitivas legales y el criterio de la edad legal, para poder hablar de delitos en ese campo, y ello explica que según nuestra tradición religiosa se le haya mirado, como algo rayano en el pecado y habla de la carne, como uno de los tres enemigos del hombre y la paradisíaca manzana y muchos crecen con el trauma de que no podemos decir lo que pensamos , cuando tenemos que decir como se dice, recordando a Quevedo.

Si bien es cierto, que la sexualidad humana exige de una multiplicidad disciplinaria, no es menos cierto, que el zoólogo, el biólogo, el sociólogo, el moralista, el teólogo, el antropólogo, psiquiatras, psicólogos y hasta políticos citando a Cecilia Cardinal de Martin, expresen muchas veces un concepto que hace más difuso el entendimiento del problema. No podemos aislar el estudio de la sexualidad, con el  de las demás ciencias, ya que nos pone a pensar en una abogada recién graduada, que de pronto deba atender delitos sexuales, para distinguir entre la propia experiencia y el conocimiento privado del juez, paradigmas que se dan en nuestro derecho probatorio. El excesivo moralismo, es lo que ha creado en el estudiante, un estado de inseguridad y de ansiedad, al mismo tiempo que una desorientación, llevando a la persona a satisfacer deseos que no se compadecen con la educación en ese campo.

De allí  que estemos con la posición de la señora ministra de Educación Ginna  Parodi, de que se le debe brindar al estudiante, una educación sexual, sin tanto aspaviento, que además de estudiar la anatomía física, estudie los efectos y consecuencias, de su  introducción en la vida real. Para esta época de cambios, escuelas, colegios y universidades, deben conllevar una cátedra  para tales fines   y de esa manera tendremos una juventud responsable, ya que sexo y amor son dos aspectos diferentes a esa edad.