El escritor Fernando Soto Aparicio

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



El escritor Fernando Soto Aparicio falleció en Bogotá el lunes 2 de mayo de 2016. Su obra literaria es bastante extensa y contiene novelas importantes en la literatura hispanoamericana, además del reconocimiento que han merecido de parte de los críticos colombianos. Soto Aparicio Nació en Socha, Boyacá, aunque siempre se conoció como oriundo de Santa Rosa de Viterbo.

Desde joven se dio a conocer por sus primeras obras; su producción posterior lo convirtió en un referente para nuestra literatura. Sin duda, en los lectores quedaron fijadas dos novelas destacadas de este autor: “La rebelión de las ratas” y “Mientras llueve”, ambas de lectura indispensable entre los estudiantes de educación media. Pero Soto Aparicio fue más allá: marcó décadas completas con su prolífica pluma. Son suyas las obras “Los bienaventurados” (1960), “La rebelión de las ratas” (1962), además de “Mientras llueve”, “Viaje al pasado”, “Mundo roto”, “Puerto silencio”, “Camino que anda”, “El espejo sombrío”, “Después empezará la madrugada”, “Viaje a la claridad”, “Los hijos del viento”, “Funerales de América”. Escribió también poemas: “Sonetos con cuerpo de mujer” (1976), “La paz sea con nosotros” (1986), “Pasos en tierra” (1984), “Carta de bienvenida a la paz” (1989), “Oración personal a Jesucristo”, “Diámetro del corazón”, “Motivos para Mariángela” y “Palabras a una muchacha”. Para la televisión escribió numerosos guiones y episodios breves durante más de catorce años.

     Al hablar de “La rebelión de las ratas” hay que destacar el carácter social de esta novela. Fernando Soto Aparicio trabajó durante dos meses en una mina de carbón en el municipio de Chapa para poder hablar por experiencia propia sobre la forma como laboran los mineros y ser testigo de los atropellos que deben soportar en esta clase de labores. En su novela el personaje central es Rudesindo Cristancho, minero por necesidad. Él, su mujer Pastora y los demás mineros son tratados como esclavos y reciben bajísimo salario, explotados por una gran empresa norteamericana. Para reclamar algunas reivindicaciones, se ven precisados a organizar una huelga, al final de la cual logran mejorar un poco su condición.  Un crítico literario colombiano ha dicho que Soto Aparicio “es un descubridor de la conciencia histórica de nuestro pueblo”.

     “Mientras llueve”, por su parte, sorprende al lector con un relato en primera persona. El personaje narrador es una muchacha, Celina Franco Valdivia, acusada falsamente de asesinar al anciano con quien la habían obligado a casarse. Ella va a la cárcel pero sigue enamorada de su único amor, el propio Fernando Soto Aparicio, quien ya comenzaba a sobresalir con varios triunfos literarios. En el penal –en la novela, como en la realidad actual colombiana– no hay asomo de ternura; por el contrario, allí proliferan el homosexualismo y la degradación del ser humano. Por fuera de la cárcel, después de fugarse, Celina afronta la prostitución en ciudades de la Costa, Santa Marta, entre ellas. Constancia de sus penurias quedan consignadas en su diario, pequeño cuaderno que Fernando encuentra y lee dentro de la casa inundada donde Celina se ha suicidado “mientras afuera llueve”.

     Soto Aparicio solo cursó hasta cuarto año de primaria. Sin embargo, logró siete doctorados honoris causa y fue profesor universitario además de convertirse en destacado escritor. Su última obra, “Bitácora de un agonizante”, fue publicada el año pasado. Por “Los bienaventurados” recibió un premio internacional de novela en Barcelona. “Mientras llueve”, con la novela “María” de Jorge Isaacs y “El túnel” del argentino Ernesto Sábato son, tal vez, las obras más leídas por jóvenes estudiantes colombianos y de gran parte de Latinoamérica.