Después de la marcha: ¿qué sigue?

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El Pájaro de Perogrullo

El Pájaro de Perogrullo

Columna: Opinión

e-mail: jplievano@outlook.com



Finalmente se realizó la marcha del 2 de abril. Opositores y gobiernistas, unos de un lado y otros de otro, pretenden agrandar o minimizar el apoyo a la marcha. No fueron millones, pero sí miles los que marcharon. En Bogotá, la marcha tuvo buena asistencia. La Plaza de Bolívar se llenó casi en su totalidad. El costado noroccidental se encontraba parcialmente ocupado conforme a que la marcha accedía por el costado nororiental. La lluvia, sin embargo, impidió que el torrente de marchantes llegara en su totalidad a la plaza. Dicen que la plaza puede albergar alrededor de 50.000 personas. Pienso que la marcha pudo tener en Bogotá una participación cercana a las 100.000 personas.

 

En el resto del país, la gente también participó. Según me han indicado, la marcha más concurrida del resto de país fue la de Medellín.
Desconozco la concurrencia. Lo que se demostró en la marcha es que la gente tiene derecho a mostrar su inconformidad, y que sí hay un ambiente de inconformidad en el país. Por el lado del Gobierno espero que la marcha lo haga reflexionar. Hay un descontento e incertidumbre grande en la forma en la que se está gobernando, en especial sobre el futuro del país y los acuerdos de La Habana. Esto requiere, por lo tanto, un alto en el camino para reorganizar lo avanzado y corregir lo que haya que corregir.

No nos olvidemos que el porcentaje de aceptación del Gobierno es del 13%. Por lo tanto, es obtuso, por parte de los gobiernistas, tratar de tapar el sol con una mano y creer y tratar de hacer creer a la gente que todo está bien. Algo pasa y sería necio por parte del Gobierno no verlo, así algunos piensen que marcharon “cuatro gatos”, por lo que es hora de ajustar la brújula. Por el lado de la oposición es importante también reflexionar. Estamos en un Estado de Derecho y así no nos gusten las políticas del actual gobierno, el Presidente es Santos y él encarna la institucionalidad. Por ello hay que moderar el lenguaje y proscribir los insultos. Hay que centrarse en el mensaje de mal gobierno, no en las falencias o defectos personales.

No hay que descalificar a las personas, si son poco, si son pequeñas, si son traidoras, si son apostadoras, si venden a la mamá, si venden a la patria, si son mentirosas, etc. Esto al final del día no es lo importante o trascendental. Lo importante, lo reprochable, es la forma en la que se está gobernando o manejando al país. Por ello, me causaron malestar algunos de los mensajes de algunos de los que participaron en la marcha. El odio no debe primar en el mensaje de malestar ciudadano.
El rechazo a las políticas de gobierno, mal encausadas y equivocadas, es lo que debe primar en el mensaje de malestar ciudadano.
Lo que sigue de aquí en adelante, para la oposición y para la protesta cívica, es encausar el malestar ciudadano, la disconformidad que hay, para así lograr una reorientación del rumbo del Estado.

Hay que crear un liderazgo alrededor de este mensaje, lo cual no se hace con improperios, o llamando a la desobediencia o fomentando la anarquía institucional.

Se hace con altura, con una protesta social bien encaminada que pavimente el camino para que alguien encause ese inconformismo, esa insatisfacción con la gestión de lo público, y gane las elecciones de 2018. No nos olvidemos que ya estamos a un año y medio de

empezar con las justas democráticas. La batalla, por lo tanto, no es en la plaza pública con gritos y arengas destempladas. La batalla está en ganarse a la masa, a los ciudadanos insatisfechos, para lograr encausar la insatisfacción ciudadana hacia un apoyo determinante en el cambio de lo público y eso se logra solamente con un cambio de estilo en la manera de hacer protesta y oposición.