Tengan las velas a la mano

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



¡Se fue la luz! Esta será la frase de moda dentro de poco entre los colombianos.  Cree Santos que va a calmar la ira y la inconformidad de los colombianos, aceptándole la renuncia a un Ministro que además de inepto estaba en la cuerda floja por otros asuntos.

 

¿Quién nombró al incapaz Ministro? Santos, entonces en este caso no es asunto de quemar un fusible sino que Santos tiene que aceptar la responsabilidad de la crisis energética que está viviendo el país.  Es responsable de lo que está sucediendo en otros frentes.

El estado de ánimo de los colombianos, si hay que creerle a las encuestas, está por los suelos y la gente ha comenzado a caer en el pesimismo y a ver el futuro con desesperanza. Los problemas de la salud siguen ahí, la inflación es alta, el desempleo es alto, los delincuentes tienen sitiada a la ciudadanía, han aumentado los cultivos de coca, la exportaciones por los suelos, el dólar disparado, y mientras tanto Santo nos quiere convencer de que estamos viviendo en el paraíso, y de pronto hasta tiene razón, ya que Adán y Eva vivían con una mano adelante y otra atrás.

Nadie desea que a Santos le vaya mal, porque si a Santos le va bien, al país le va bien, pero él tiene que ayudarse. Es difícil creer que un gobierno que se vendió como el de los tecnócratas, ha terminado infestado de personajes ineptos, cuyo uno mérito, hablando de meritocracia, es ser amigo o amiga del Presidente.  Nadie le pide que gobierne con los enemigos o sus detractores, pero por lo menos que elija de entre sus amigos, quienes son competentes. 

La firma del papel de La Habana no le va a salvar el legado histórico.  Un solo y cuestionable logro después de ocho años,  es un saludo a la bandera.  Mal que bien, Uribe le entregó un país que había recobrado la viabilidad y que iba por buen camino, y Santos  en seis años nos hizo retroceder.  Mal rodeado, mal aconsejado, y desconectado de las realidades del país.  Dice una cosa, y a los pocos días los hechos lo contradicen.  El último caso, el del apagón.

Hace algunos días, Santos salió a decir que el apagón se veía remoto, después dijo que no tan remoto, pero que si se ahorraba energía por 15 días se evitaba el apagón, después que ahorrar por cuatro semanas, cuando la verdad es que ya es muy tarde para evitar el apagón. Lo del ahorro que plantea Santos por boca de la Ministra de Minas encargada, equivale a un copiloto de un carro que va en caída libre, pidiéndole desesperado al piloto que aplique los frenos.  El apagón es inevitable, y el único culpable es Santos.

El país  a la fecha no tiene una política energética clara, y mucho menos una que se compadezca con la exigencia de generar desarrollo sostenible con fuentes de energía amigables con el ambiente.  La iguana de Ecopetrol se quedó en un dibujo.  Hemos avanzado muy poco en acceder a fuentes de energía alternativas como si lo están haciendo otros países.  El apagón era previsible y prevenible incluso con las falencias actuales, pero el gobierno anda distraído en otros asuntos.  El tema es serio porque sin energía, el sector industrial no puede funcionar, y esto da al traste con las metas de desarrollo.  Ojalá el Gobierno se pellizque en lo que le queda de vida, y logre nuevamente llevar al país por sendas más promisorias.  Ante las circunstancias actuales, no hay tiempo para llorar, así que compatriotas alístense a pasar tiempo en familia a la luz de las velas.

 



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