El sancocho nacional

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ricardo Villa Sánchez

Ricardo Villa Sánchez

Columna: Punto de Vista

e-mail: rvisan@gmail.com



“Porque la Paz no es entre el gobierno y la guerrilla. La Paz es entre la oligarquía y el pueblo” Carlos Pizarro LeonGomez.

 

Cuando estuve trabajando en política social en Ciudad Bolívar en el gobierno de Bogotá Humana, pude apreciar, aunque ya era reconocido en Latinoamérica, al Festival Ojo al Sancocho, que este año en su 9ª edición, lo llaman El Video de la Paz y que este año recibieron con su video Nar Heb,

(https://www.youtube.com/watch?v=ke-ChsWrQWrU&feature=youtu.be) el premio India Catalina a mejor producción de Canal Comunitario.

Celebro con mucha alegría que sigan cosechando logros. En medio de la cultura light de la incipiente industria del entretenimiento colombiano, que en países como EUA constituye el tercer renglón de su economía, también otro combo alternativo, encabezado por Simón Hernández, en las narices de las productoras comerciales, recibe el mejor documental para televisión con Pizarro. (

)

Algo está cambiando en este país cuando gana este premio un documental sobre una especie de Quijote macondiano, un comandante insurgente de una guerrilla que llamaron el Hard Rock Latinoamericano, desertor de las Farc, que las chicas le decían el Comandante Papito, enviaba cartas poéticas a sus hijas -como María José mentora también del documental -, que después de más de 20 años en la guerra, deja las armas para hacer política en la calle, se convierte en un fenómeno de masas, que pone a temblar a las élites, de las que, como el cura Camilo

Torres, provenía, y finalmente, la mano negra lo asesina a 48 días de haber firmado la Paz.

Jaime Bateman Cayón, el samario que se inventó el M-19, con Pizarro y mucha gente, desde los años ochenta, empezaron a hablar del dialogo nacional como promesa para la solución política al conflicto armado que padece Colombia. Pizarro alcanzó a decir que le temía más a fracasar en el empeño de conseguir la Paz que a morirse como individuo.

En esas falleció, así como El Flaco Bateman, creyendo en la Paz. Dejaron un legado de compromiso con la reconciliación, con que la vía de las urnas es la única posible de las izquierdas para llegar al poder, al punto que culminó su iniciativa del sancocho nacional, con la reinserción de otras guerrillas como el EPL, la CRC, el Quintín Lame, y con la expedición de la Constitución garantista de 1991, pero la promesa que será cumplida, como reza el epitafio de Bateman, quedó incompleta.

Después de todo este trasegar, se vino desde los noventas, calcado de la Doctrina del Shock de Klein, y de la mano del neoliberalismo antiético, la crisis de la arremetida sangrienta paramilitar, la parapolítica, la deshumanización del conflicto y la corrupción generalizada, financiados con la economía del desastre de bonanzas mafiosas subterráneas.

Mataron a Pizarro y el M-19 siguió en la democracia, pero miren cómo le fue a uno de sus herederos, Gustavo Petro como alcalde de Bogotá, cuando a pesar de, según el Dane, lograr reducir en más de la mitad la pobreza (4.7%), sacando a cerca de 520.000 personas de la misma desde el índice multidimensional, las élites del poder, con dinero a sus anchas, el coctel molotov de los mas media, los sabuesos del control y demás combinación de todas las formas de lucha, silenciaron sus resultados, dejaron a uno de sus pupilos en el Palacio Liévano y trataron de no dejarlo gobernar para poder construir una mayoría social y política que posibilitara profundizar estas transformaciones en la sociedad y llevar el mensaje de que la Paz se construye con inclusión social y con profundización de la democracia.

Ojalá este mes de las mujeres, sea un acontecimiento histórico de la humanidad, cuando se suscriban los acuerdos de Paz entre el gobierno nacional y la guerrilla más antigua del mundo -las Farc-, para que nunca más sea asesinada la vida en primavera. Pero, como también dijo Pizarro, la Paz es un itinerario: queda abierta la caja de pandora, para que el gobierno actual, las élites que lo rodean y las guerrillas, sean capaces de comprender la cuestión de si van por una Paz barata, con pocos consensos y sin cambios estructurales, o una Paz estable y duradera, en la que decidan ceder un poco de ese poder excluyente, para avanzar hacia un país más humano y en Paz con justicia social.

Ricardo Ernesto Villa Sánchez
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