El Ex-cura que perdió el camino

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El Pájaro de Perogrullo

El Pájaro de Perogrullo

Columna: Opinión

e-mail: jplievano@outlook.com



Causa angustia y rechazo ver cómo se le ha hecho un despliegue mediático inusitado y mal enfocado ala exhumación del cadáver y al aniversario de la muerte de Camilo Torres. Lo quieren pintar como prócer, lleno de virtudes de sacrificio, quien de la mano de la teología de la liberación y el marxismo pretendió jugársela por los pobres y el cambio social.

 

 El ex-cura, y digo ex-cura porque afortunadamente ya no lo era cuando murió, no merece ser recordado como héroe o mártir. Fue simplemente una persona con todos los privilegios, inconforme, sin sentido de la autoridad y revolucionaria que, en lugar de trabajar con las reglas democráticas para lograr el cambio social y económico del país, optó por tomar un fusil e irse al monte con la Guerrilla del ELN para hacerlo a sangre y fuego.

Una persona de la alta estirpe Bogotana, educada en el Liceo Cervantes (Bachiller), la Universidad Nacional (un semestre de derecho), el seminario  Conciliar de Bogotá (Sacerdote)  y la Universidad de Lovaina en Bélgica (Sociólogo), que además se desempeñó como Capellán y Profesor de la Universidad Nacional, optó por la violencia y fue dado de baja, en una emboscada a las fuerzas armadas legítimas de la República. Dicen que fue su primera y única experiencia armada: una vil y cobarde emboscada que les salió mal a los guerrilleros. Que final tan triste.

 Una vida llena para hacer, terminó desecha y destruida. Acabaron sus restos en una bóveda del Cementerio Central de Bucaramanga como un NN.

 Pero Santos, en lugar de dejarlo ahí, en el olvido, como debe estar, resolvió permitir una exhumación para que ahora los guerrilleros lo aprovechen como mártir. Que sin sentido político. De todas maneras, tal vez Dios se lo llevó así y en ese momento, y no después, para que sus pecados no fueran tan enormes como su radicalización y fanatismo y así pudiera tener algo de redención su alma.  Creó el Frente Unido Popular, que más que un partido político con plataforma ideológica era una manifestación del inconformismo sin razón.

Y sin razón tomó las armas, volviéndose guerrillero y delincuente. Debemos tener claro que nada justifica tomar este camino. La opción por los pobres, como lo pretende la Iglesia Católica y nuestro propio Estado, excluye la violencia y las armas como opción de lucha social y política. No es posible, como de manera falsa lo pretendió hacer ver él, reconciliar al cristianismo y al comunismo o  volver cristiano al marxismo. Finalmente, debemos también tener claro que sí hay muertes buenas. No nos engañemos.

 El ex-cura perdió el camino, o de pronto nunca lo tuvo. Y seguramente, si no hubiera sido dado de baja en ese momento, habría cometido un sin número de ataques terroristas y hubiera sido el causante de infinidad de muertes en pro de sus ideas mal enfocadas de la teología de la liberación en conjunción con el marxismo. Que desperdicio. Pero no le hagamos homenaje.

 No le demos relevancia. Camilo Torres, el ex-cura, el guerrillero y el delincuente, no era, ni es, un personaje de talla mundial, ni un colombiano ejemplar o probo. Era o es simplemente un delincuente y el resultado del fracaso o degeneración de nuestro propio sistema que le daba o da rienda suelta a los caprichos juveniles de inconformismo y rebeldía, de aquellos que lo tienen todo y no logran ubicarse en la sociedad para trabajar e influir positiva y legítimamente sobre ella.