¿Prosperidad para todos?

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



En 2010, el elegido presidente Juan Manuel Santos habló de "prosperidad para todos", basada en 5 locomotoras (infraestructura, vivienda, agro, minería e innovación) que jalonarían la producción de bienes y servicios en muchos sectores de la economía nacional, proyectando un utópico crecimiento del 10% anual. Hasta acá la entelequia.

 

Hoy, casi seis años después, la verdadera democracia no aparece y, prosperidad, para unos pocos, los mismos de siempre. Las políticas neoliberales, impulsadas desde 1990 por César Gaviria y acentuadas sucesivamente por cada gobierno, han conducido a la venta, siempre a pérdida, de los principales activos públicos (productivos o no) con el argumento falaz de que lo privado sí es bueno y lo público no funciona. Tramposo razonamiento que se cae solo: ¿es Electricaribe digno ejemplo de calidad, Metroagua de eficiencia o, de honestidad, los distintos carteles instalados en el Estado desangrando el erario? ¿Están muy quebradas la ETB o las EPM, son muy anticuadas o sus tarifas impagables? Si son tan malas, ¿por qué los inversionistas privados se pelean por comprarlos? ¿Acaso las potencias mundiales privatizan los sectores estratégicos, o si lo hacen, las entregan a cualquier extranjero aparecido de la nada? ¡Por favor!

La minería indiscriminada, especialmente la ilegal, mal controlada y combatida por las autoridades, destroza nuestros ecosistemas poniendo en riesgo la seguridad hídrica (¿próximo sector a "vender"?), la seguridad alimentaria (Colombia importa actualmente unos 5 millones/año de toneladas en alimentos, que antes exportaba) y la biodiversidad (economía del futuro). Las Zidres, otro embeleco, dejarán al pequeño agricultor perjudicado frente a los grandes latifundistas, siempre beneficiados, y antelas entidades usureras que atracan al ciudadano con la anuencia de cada gobierno. Mientras tanto, muchas UAF terminaron acumuladas en garras de sinvergüenzas, sin que se haya hecho nada por recuperarlas.

La tal innovación tampoco aparece, ni hay fondos para inversión en I&D, ni capital humano competitivo y debidamente capacitado, gracias a la anticuada estructura educativa, de la que se salvan algunos centros académicos.

En materia de infraestructura, malvendieron Isagen dizque para invertir en vías de cuarta generación, sin que los alfiles del gobierno hayan podido explicar satisfactoriamente las ventajas de ese "negocio": hay más dudas que respuestas. Por ejemplo: ¿los dineros que se recaudarán protegerán las inversiones de los privados en forma de "préstamos", o van en riesgo compartido como APP, y se recuperará proporcionalmente la inversión con el producido de los peajes? ¿A cuánto tiempo se entregarán las obras en concesión? Dicen ellos que esos recursos estarán debidamente custodiados y mejor invertidos: igual se afirmó cuando feriaron a Panamá con el argumento de construir ferrocarriles por toda Colombia. Y nos quedamos sin queso ni pan. ¿Dónde están los trenes?

Después de feriar los activos, eliminar la obligación estatal de garantizar los derechos fundamentales de los ciudadanos y minimizar los ingresos corrientes de la nación, la "genialidad" de los dirigentes estatales es incomparable: poner más y más impuestos. Olvidan deliberadamente estos descarados que las economías de las grandes potencias se basan en una gran clase media con alto poder adquisitivo, y en sus exportaciones. Si acá al salario ínfimo lo roen con la escalada tributaria, inflación y devaluación empobreciendo a la población y limitando el consumo interno, el resultado neto será un crecimiento que, acaso, llegará a un 3% en 2016.

El principal problema del país, no nos engañemos, es su clase dirigente: los otros, consecuencia de ella. Muchos llegan al Estado a saquear sin compasión ni discreción. La corrupción en Colombia vale 2 Isagen cada año, y la guerra, otros 2. A cambio de exprimir al ciudadano, el gobierno debería enfocar sus esfuerzos a combatir eficazmente la corrupción para recuperar recursos frescos y enfrentar las demás dificultades. Los capitales escondidos en paraísos fiscales, muchas veces producto de ilícitos, no pagan impuestos en Colombia. ¿Cuánto cuesta el opulento y ostentoso Congreso, ineficiente y manchado de apestosa corrupción?

Entonces, ¿de cuál prosperidad hablamos? Esta, señores, no es democrática. Los gobiernos acosan al ciudadano indefenso, hasta cuando las carencias provocadas estallan violentamente. Entonces, los gobernantes que huyen de los problemas que causaron, aparecen después como héroes salvadores. Sean serios, señores, y gobiernen como les obliga la Constitución. Estamos cansados.

Apostilla: Otros 2 grandes que nos dejan: Alfredo "Chocolate" Armenteros y Carlitos Muñoz. Fiesta en el Olimpo artístico, tristeza en la Tierra.



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