Futurología

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Por simple diversión y a causa del relax propio de esta época, leo siempre cuantos pronósticos y predicciones se publican como vaticinio inexorable para cada año que entra: los mismos profetas de siempre que fallan siempre. Aun cuando sus presagios son generales y se pifian sin excepción o aciertan a posteriori, los pronósticos son inevitables cada diciembre.

 

Astrólogos, quirománticos, adivinadores, brujos, videntes, agoreros y toda una suerte de personajes llenan las páginas de revistas light, apartando a científicos, sociólogos y seguidores de los desarrollos tecnológicos, con mayores probabilidades de acierto, pues estos se basan en hechos, análisis, proyecciones, tendencias y evidencias.

Lo complicado es que hasta gobernantes creen en los clarividentes y sus lugares comunes (desastres naturales, guerras, pestes, muerte de personajes, etc.), y… ¡con ellas toman decisiones! ¿No es eso precisamente lo que ocurre a diario?

A Nostradamus le atribuyen evangélicas predicciones después de ocurridos los sucesos. Sus difusas adivinaciones se ajustan a todo, a manera de comodín vaticinador, tanto que cuando no funcionan un año, se acomodan para el siguiente hasta que un día, zas, se cumple y el tipo pasa a ser acertadísimo.

Por ejemplo, quienes le atribuyen poder profético al médico y astrólogo francés de hace varios siglos, dijeron en 2015 cosas como que "los ricos morirán a menudo". ¿Alguien puede decir con precisión qué significa eso? ¿Serán las sempiternas, cíclicas y previsibles crisis económicas que aparecen cada año, y que afectan a unos países poderosos, mientras que a otros perjudica? ¿Se necesitan capacidades adivinatorias para entender la economía mundial?

Ciertas profecías, como sucedió en algún cuento de Gabo, han causado más problemas que los hechos reales. Me explico: para el cambio de milenio se previó una catástrofe universal por cuenta de los antiguos computadores, y fue tal el pánico de perder información o entrar en un cataclismo tecnológico, que el mundo gastó tiempo, esfuerzos y dinero para atajarlo. ¿Pasó algo al final? Absolutamente nada distinto al jugoso negocio del sector.

Con las profecías mayas ocurrió algo parecido: las páginas esotéricas derramaron billones de billones de bits informáticos indicando que, entre otras cosas, en 2012, un rayo cósmico que produciría una inmensa llamarada cambiaría el eje de la Tierra y vendrían cataclismos. Ragnarök, una antigua profecía nórdica, indicaba que el fin del mundo tendría lugar el 22 de febrero de 2012.No sucedió nada de eso, que yo sepa.

.Los analistas científicos, tecnológicos y economistas fallan tanto como los brujos, pero no tanto. Los asteroides que chocarán la Tierra son parte del paquete anual; los pequeños agujeros negros que saldrán del Gran Colisionador de Hadrones, también. El año pasado se dijo que ellos devorarían al planeta cuando se pusiera en marcha el portentoso aparato. Se habló de un gran terremoto en la Costa Oeste de los Estados Unidos y de una gran explosión del volcán de Yellowstone, pero tampoco ocurrieron.

¿Qué nos espera este año? ¿Guerras? Bah; siempre estamos en guerra. ¿El fin del mundo? Pamplinas; siempre lo pronostican. Algún día acertarán, pero no parece ser ahora. ¿Cataclismo naturales? Siempre suceden. El apocalipsis, libro tan difícil de entender como las cuartetas de Nostradamus, nos habla de la visión profética de Juan en la isla de Patmos. ¿Aparecerán los cuatros jinetes? La verdad, la muerte, el caos y las desgracias siempre han acompañado a la humanidad ¿Vendrá el jinete del caballo blanco? ¿Sonarán las trompetas del Armagedon?

Lo que sí podemos decir a modo de predicción probable es que la ciencia seguirá avanzando aceleradamente y tendremos muy pronto el advenimiento masivo de la realidad virtual, mayor interconectividad entre los aparatos y los seres humanos, la medicina hará extraordinarios descubrimientos, el efecto invernadero seguirá haciendo estragos y, consecuentemente habrá escasez de alimentos, las aguas marinas subirán al punto de desbordar algunas ciudades costeras, las energías alternativas tendrán auge incontenible, y entraremos a una nueva edad de hielo, según el experto climatólogo y astrofísico ruso Habibullo Abdussamatov.

Pero mientras científicos y seudocientíficos debaten sobre el futuro, los demás terrícolas poco podemos hacer por cambiar nuestro devenir. Por ello, lo mejor es seguir cada año cumpliendo nuestros propósitos, y que no sucedan las catástrofes que predicen. 

Apostilla: El Trio Zabor (Los hermanos Amed y William Zawady, y Alfredo Borrego) son parte de la historia musical samaria. Mi pronóstico: reencuentro definitivo.