Regalos de Navidad para las Farc

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El Pájaro de Perogrullo

El Pájaro de Perogrullo

Columna: Opinión

e-mail: jplievano@outlook.com



Llegó finalmente La Navidad y con ella los regalos. Se acabó el año y como diría Rafael Pombo en la pobre viejecita: "un año más de vieja[os] y uno menos que vivir". La viejecita del cuento de Rafael Pombo vivió años y años una vida insulsa. No vivió una vida plena y satisfactoria.

 

No fue parte de su comunidad. No fue participe y no opinó sobre los acontecimientos sociales,  económicos y políticos de su entorno.  Una vida no es plena y satisfactoria por el hecho de tener carnes, frutas, dulces, tortas huevos, pan y pez o si se vive más hasta morir "del mal de arrugas y encorvada[o] como un tres".

Una vida es plena y satisfactoria si se logra un propósito y si frente a los acontecimientos sociales, económicos y políticos  nos manifestamos con convicción y vehemencia, sin dejar que las cosas ocurran por si solas, sino participando o manifestándonos sobre ellas. Alguna vez le pregunté a Antonio Caballero en un Coctel el porqué escribía. Me contestó con una frase elemental y obvia: "porque tengo cosas que decir".

Y si Antonio Caballero, el eterno insatisfecho, el anárquico y el ateo (o agnóstico, no se) tiene cosas que decir, nosotros, los que hemos respetado las constitución y la ley, los que hemos construido patria por generaciones y los que hemos sufrido la violencia es hora de que levantemos con fuerza y vehemencia la voz y digamos basta ya. Basta de regalarle el país a las Farc. Basta de tener un Estado arrodillado a unos cuantos. Basta de creer que este país solamente es viable si firmamos una pedazo de papel con unos cuantos terroristas.

Basta de pensar que el problema mayor de este país son las Farc, y por ello no enfrentamos de verdad la corrupción y la politiquería. Basta de permitir que las políticas públicas se tracen desde La Habana, por unos negociadores y por unos delincuentes, en violación a los principios democráticos. Basta de tener miedo. Se ha dicho de todo sobre el acuerdo del Punto 5 de las negociaciones de La Habana.

Se ha también escrito en innumerables oportunidades sobre el mismo. Dicen que contiene cosas buenas y malas y cosas no tan buenas y no tan malas. Para mi el tema se reduce a una verdad inocultable y que queremos ocultar como se oculta el sol con una mano. Y es que les estamos regalando el país a las Farc.

 Estamos dejándoles pavimentado el camino para que consigan el poder y hagan de Colombia una Venezuela. Pretender que los derechos de las víctimas nacen de un acuerdo con los delincuentes y no que emanan de la misma constitución y la ley es francamente aberrante. Pretender refundar el aparato de justicia del Estado en violación de principios generales del derecho y democráticos para satisfacer los egos, los delirios, la vendetta y la impunidad de los guerrilleros es indigno y peligroso. Igualar a los ciudadanos de bien y a los miembros de las Fuerzas Militares con los guerrilleros es moralmente inaceptable. 

No importa la edad que tengamos. Si pensamos que lo hemos visto y vivido todo, y nos miramos al espejo y vemos "otra[o] vieja[o] de antiparras, papalina y peluquín", o simplemente estamos comenzando la vida o estamos  en la edad madura, los tiempos de la patria requieren  que todos nosotros tomemos posición sobre como queremos que sea nuestro país.

Un país arrodillado a la delincuencia o un país con instituciones fuertes que garantice los derechos humanos, la democracia, la propiedad privada y la justicia, y que su propósito sea proteger y hacer respetar la vida, honra y bienes de los ciudadanos como lo manda la Constitución. O un país regalado a las Farc como lo pretende el Gobierno Nacional. La decisión es nuestra.



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