La vida no es seria en sus cosas

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Diciembre, mes conocido como el más alegre del año, sin embargo es época para celebraciones y lamentaciones. El balance es inevitable. Celebraciones porque lo malo ya pasó y a partir de enero habrá 'borrón y cuenta nueva'. Pero… ¿quién garantiza que el próximo año no estaremos en la misma situación? No es cierto el aforismo que dice "querer es poder". Por eso el escritor mexicano Juan Rulfo, autor de 'Pedro Páramo' y 'El llano en llamas' puso a una de sus cortas obras el siguiente título: 'La vida no es seria en sus cosas'. 

 

     Ninguna expresión más adecuada para encabezar este artículo. Ocurren hechos que a veces no tienen justificación; al menos para las personas que resultan afectadas. Para tales acontecimientos no se encuentran respuestas lógicas, pero es conveniente inventarse explicaciones para cada caso con el fin de paliar un poco los efectos negativos sobre el ánimo de los damnificados.

No se explica uno cómo han podido ocurrir tragedias dentro de templos, por ejemplo, sobre personas que en esos momentos se dedicaban a la oración, al recogimiento, a la meditación con la mente puesta en ideales elevados, muy alejados de los vicios mundanales. Lo de Bojayá, con 79 muertos dentro de la iglesia, entre ellos 49 niños, no tiene nombre y mucho menos perdón, aunque esta palabra esté de moda. Otro doloroso ejemplo es el caso de los 33 niños quemados en un bus en Fundación. Los responsables son motivo de noticias en estos días; pero cualquiera que sea el resultado, lo real es que esos chiquillos inocentes ya no están entre los vivos.

Como hay que buscar excusas, no falta quien diga que son pruebas que se nos presentan y a ellas debemos responder con resignación. Es un mecanismo de defensa que nos permite vivir sin acumular la pesada carga de resentimientos que nos va brindando la vida. Después de un desahogo como ese, quedamos preparados para la próxima calamidad que nos ocurra. Frente a esos masoquistas no hay nada que hacer. Pero no puede negarse que la vida no es seria en sus cosas cuando permite que se tuerza el destino de personas que debieron cumplir con fines no solo esperados por ellos sino iniciados con buen augurio. No es posible tronchar aspiraciones y anhelos sin hacerse acreedor al título de irresponsable. Y la vida, o el destino, o ambos juntos carecen de seriedad cuando determinan que el periplo vital de una persona debe terminar precisamente cuando frente a ella se abría una senda de felicidad largamente anhelada.

La vida se equivocó. Y duele no encontrar la manera de protestarle a la insensata Parca sus palos de ciego. Sus designios son inexorables. ¿Sería más sensato reclamarle a la Muerte y no a la Vida? Francamente, no. Porque la primera siempre está al acecho y sus reclamos se cumplirán, tarde o temprano. En cambio, se supone que es la Vida la que tiene que defender la permanencia en la tierra de aquellos seres que, convencidos y llenos de fe acuden ciegamente a la protección divina o a los intercesores ante el ser supremo. ¡Cuánta razón tenía Rulfo!

Esta es la última de las Acotaciones del año 2015. Después de 43 artículos sobre diversos temas, viene bien la pausa que iniciamos hoy. Felicidades mil para el próximo año.

Por: José Alejandro Vanegas Mejia
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