2 Y todavía no quiere entender

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Tema obligado es la apabullante Victoria de la oposición en Venezuela.  A pesar de todas las maromas hechas por Maduro y su camarilla, la oposición logró 112 escaños en la Asamblea Nacional.  Se espera que este sea el comienzo del desmonte del sancocho llamado chavismo.

 

Seria equivocado pensar que este es un triunfo de la derecha porque no lo es.  Es el triunfo de un pueblo hambriento, en constante zozobra, y haciendo colas hasta para alzar la mano y que no sabe de derechas o izquierdas.  Solo sabe que el dinero no le alcanza, y que si lo tiene no puede comprar porque no hay qué comprar, o que vive una situación de inseguridad abrumadora o no hay empleo y el paliativo del asistencialismo se quedó cortísimo.

Dicen algunos analistas que el pueblo lo que pide es que se revierta esta situación y  no que se saque al chavismo.  Pienso que es un análisis errado.  Claro que el pueblo quiere que la situación cambie, pero esto no es posible sin desmontar la locura chavista.  No se pueden erradicar los síntomas efectivamente si no se atiende lo que los causa.

Con la bonanza que vivió Venezuela en tiempos recientes, el sancocho más absurdo era viable, como sucedió con el chavismo.  Pero acabada la bonanza, queda en evidencia el absurdo y su inviabilidad.  El problema es que al daño ya está hecho.  Quinientos billones de dólares después, los venezolanos se dieron cuenta de la locura.

Es iluso Maduro si cree que la crisis la va a solucionar cambiando gabinete, cuando él es quizás el mayor culpable después de Chávez.  La contundente victoria de la oposición creo un hecho político que no puede desconocerse y que va más allá de lo jurídico.  El constituyente primario, que no está limitado por ninguna constitución, derogó de facto la revolución bolivariana y todo su andamiaje legal y económico.

Es absurdo proponer, como ha propuesto Maduro, salir a las calles dizque a defender con el pueblo la revolución.  El pueblo habló claro en las urnas, en un escenario en que el chavismo controla todo.  La victoria de la oposición en Venezuela no es cualquier victoria, es una victoria sin precedentes en nuestro vecindario.  Si las elecciones hubieran sido de verdad libres y transparentes, probablemente la oposición hubiera ganado veinte o treinta escaños más. 

Una persona sensata entendería que los hechos políticos obligan a convocar un plebiscito para que el pueblo en pleno conteste sin ambages a la pregunta de si quiere que Maduro continúe en el poder.  Maduro no debería esperar a que la Asamblea Nacional haga esta convocatoria.  Tratar de quedarse en el poder en contra de la voluntad popular solo puede terminar mal.  El resultado electoral por su magnitud fue un referendo plebiscitario en contra del chavismo y Maduro. 

No es de extrañarse que el chavismo trate de aferrarse al poder porque sabe que tarde o temprano tendrá que responderle al pueblo por el derroche de la bonanza, por la corrupción y enriquecimiento ilícito de sus líderes, y en fin por tantas otras ignominias causadas.

Lo único cierto que ha dicho Maduro, es que Venezuela es víctima de un ataque económico; pero no desde afuera como pretende hacerle creer a los venezolanos.  El ataque económico es desde adentro y comenzó el aciago día que Hugo Chávez llegó al poder, y cesará el día que al chavismo solo sea un mal recuerdo.