Los pelaos de ayer y los de hoy

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Estábamos reunidos haciendo un repaso de nuestras nostalgias y recuerdos de la tierrita, y por supuesto tocamos el tema obligado después de los cuarenta, es decir, el de los pelaos de ayer, nosotros, y los pelaos de hoy, nuestros hijos.  Cavilábamos sobre la brecha generacional y como ya a los muchachos de hoy no les importa lo autóctono, los valores tradicionales.

 

Esto mientras consumíamos guaro criollo, el detestable aguardiente, porque el extranjero es caro y no sabe a bueno, aunque por vivir fuera, la cosa es al revés.

Recordábamos como nuestra infancia fue adobada con las fábulas de Rafael Pombo, las cuales recitábamos en el colegio ante los conmovidos padres de familia; los  pelaos de ahora no saben quién es Pombo.  Como olvidar a Rin Rin Renacuajo, que resultó ser un sapo alcohólico, sibarita, desobediente, cobardón, desleal y para rematar, salado.

O como olvidar a aquel tierno niño que haciendo gala de sadismo quería arrancarle las alas a una inofensiva y hermosa mariposa, o a Juan Matachín, matarife fracasado que terminó pidiendo que le dieran palo pero que le dieran de comer, o a Cutufato, otro niño sádico que quería torturar a su gato, o Simón el Bobito, que comparado con nuestros dirigentes resulta siendo una lumbrera, o la Pobre Viejecita, una vieja chuchumeca y tacaña que teniendo exceso de todo creía no tener nada, y fue tan de buenas que logró morirse de mal de arrugas.  Hazaña casi imposible por estos aciagos días de Saludcoop y similares.

Dándonos cuenta de que tal vez nos habían educado con cosas que hoy estarían prohibidas, y medio avergonzados, decidimos cantar, y como nunca falta el cachaco bohemio con su guitarra estilo chimenea universitaria, el susodicho comenzó a tocar el repertorio nacional para levantar el ánimo.  Arrancó con Los Guaduales, pero se dio cuenta que la canción comenzaba con llanto.  No, no, tóquese otra chino, pidió la gallada.  Y arrancó con otra que decía  a quién engañas abuelo, yo sé que tu estas llorando.  No me joda, mas llanto, peor, al pelao de la canción le mataron al papá y a la mamá, y que Chucho el Arriero decía que a unos los matan por godos y a otros por liberales.  No, no, guarda esa vaina que en vez de guitarra parece que tuvieras un fusil. 

Más bien, poesía, la que declamaba el Indio Rómulo, esa que recitaba en televisión a blanco y negro con tanto sentimiento, ¿se acuerdan?  Pero esa es argentina, objeto un contertulio, y otro reviró que no le hacía, que esa era parte del repertorio obligado con el que habíamos crecido. Si, Por Que No Bebo Más, y se soltó la declamadora del grupo con toda la enjundia de que era capaz, y a mitad de camino se quedó callada.  ¡Qué bonita familia! Que vaina tan espeluznante, una familia de alcohólicos en donde el hijo estaba a la búsqueda del delirium tremens para ver a su madre.  No, no, declámese otra, la Del Duelo del Mayoral…esa fue peor.

La fiesta estaba cambiando de estado de ánimo, y entonces, yo en un intento por salvar la noche sugerí que pusiéramos música.  Los paisas insistieron en un homenaje extemporáneo a las Hermanitas Calles, y se soltaron con La Cuchilla…si no me querés, te corto la cara, con una cuchilla de esas de ajeitar.  Eso parecía más bien un homenaje a una casa de pique, así que yo salté como un resorte haciendo objeción de conciencia.  ¡Ponte al Joe, viejo man!  Si, si, secondó la gallada. Bailemos. Y sonó: En los años mil seiscientos…no le pegue a la negra.

Todos nos quedamos callados, derrumbados en las sillas y vencidos ante la evidencia de que habíamos crecido en un país violento y de que la violencia es parte de nuestro pasado y de nuestro presente, pero no tiene porqué serlo de nuestro futuro.  Entendimos que la tarea de lograr la paz en Colombia va a tomar generaciones.

La paz es imposible negociarla  Esta se construye desde todas las trincheras de la sociedad. Desde el arte en todas sus formas, desde las escuelas, desde los medios de prensa, y en la calle en el discurrir normal de cualquier persona.  Construir la paz en Colombia será una tarea titánica.