Otros perfiles de Bastidas

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Bustamante Barros

Carlos Bustamante Barros

Columna: Columna Caribeña

e-mail: cm-bustamante@hotmail.com



Revisando un poco los anaqueles polvorientos de la historia, encontramos que el fundador de la ciudad de Santa Marta, Rodrigo de Bastidas, nació en Triana, Provincia de Sevilla, España, en el año de 1460, población natal en la que logró destacarse como flamante notario de la misma, adquiriendo en pocos años suficientes bienes materiales que le permitieron llevar una vida cómoda, excelente casa, iluminación a cirios, buena mesa , ropa, frazadas y calzados, accediendo a un sistema de vida plácido sin premuras en el decurso de su existencia hasta ese momento alejada de aventuras.

Sin embargo, por asuntos relacionados con el destino la vida le tenía reservado otros planes al fundador de esta hidalga ciudad cuando el descubridor de América, Cristóbal Colón, en compañía de Alonso de Ojeda le hizo ofertas tentadoras como fue en efecto embarcarse a una expedición al nuevo mundo cuyo objetivo principal consistía en la búsqueda de oro y perlas, cuyo gasto y/o financiamiento de la aventura serian cubiertos por parte del rey de la época Carlos V; por razones obvias la propuesta formulada por los intrépidos navegantes aludidos estaba destinada a buen recibo porque conocían con creces el espíritu aventurero de Bastidas al igual que su ambición desmedida en atesorar riquezas de cualquier forma.

Obsérvese que la razón fundamental del viaje anteriormente citado , fue la búsqueda de oro y piedras preciosas en el nuevo mundo, la historia escrita en pergaminos y letras de estilo en la época no hace mención alguna a motivaciones de orden científicas del mencionado viaje de conquista a territorios de ultramar, por lo cual se infiere con acierto a la luz de la razón y las inferencias lógicas que el factor determinante de la aventura, fue asuntos meramente pecuniario, cuyas expropiaciones posteriores a indígenas prodigadas de sangre y fuego estaban destinadas a aumentar las alforjas en la hacienda y heredad del rey Español imperantes para las época del siglo XV y comienzos del XVI.

Estos avezados navegantes, estaban destinados por la estrella de su buena suerte a encontrar el oro y las perlas por la cual surcaron los mares hasta llegar al nuevo mundo, cuando al desembarcar en las playas virginales de Santa Marta observaron que los aborígenes pendían el preciado metal en sus narigueras acicateando con ello su codicia y al mismo tiempo subvirtiendo desde ese momento germinal del mundo, la paz milenaria de siglos enteros cuando sometían a sus conquistados a degradaciones sucesivas y reiteradas sin el menor asomo de piedad.

Po eso cuando al adelantado español Rodrigo de Bastidas le fue concedida por el Rey Español la cedula real o capitulación con fecha el 29 de Julio de 1525, firmada en Madrid que lo facultaba legalmente como primer gobernador de estos dominios de ultramar, con ochenta leguas de playa para instaurar en pueblos, sembrar semillas para los cultivos, criar ganado, con un tercio de esclavos negros, le concedía con este hecho de carácter formal las herramientas necesarias para el nepotismo avalado por la autoridad suprema del imperio.

Por razones lógicas es menester ser escépticos en cuanto a que el gobernador invasor aludido investido con esta clase de poderes omnímodos y tropa bajo su mando fuera un señor ecuánime , bondadoso, tranquilo, amigo de los indios como lo refieren en forma equivocada algunos historiadores, todo lo contrario su actuar fue igual al de sus émulos caracterizado por el crimen y la codicia del oro y las perlas, que los indígenas poseían con creces insertados en sus narigueras y lugares destinados a rituales sagrados, pilares invaluables a su sentir cultural ante lo cual sería imposible que ellos dieran su asentimiento para la entrega pacífica de esas prendas valiosas, lo cual crearía a la postre como respuesta de los ibéricos conquistadores el aniquilamiento sucesivo y sistemático con la vieja pero efectiva táctica de infundir terror y miedo para someterlos a sus designios mediante el robo continuado a sus pertenencias.

Teniendo en cuenta lo expresado con anterioridad, fue que se lanzó una proclama en este segmento de la historia por los gobernados de Bastidas que decía: "Viva el emperador y la libertad no hemos de morir aquí como esclavos en poder de ese mal viejo", ese grito de inconformidad fue conocido como la tercera revuelta del siglo XVI, liderado por Juan de Villafuerte, en la que se expresa de manera taxativa el carácter esclavista del mencionado, que controvierte expresamente la tesis en la cual se señala los acervos humanistas del susodicho personaje, que a fin de cuentas trajo consecuencias nefastas para el fundador de Santa Marta cuando en una noche tenebrosa de lluvias y nieblas fue pasado a cuchillo mientras dormía en su bohío, salvando su vida de milagro, que le obligaron emigrar a Cuba donde finalmente murió.

Realmente, de alguna manera pienso aún con el riesgo de equivocarme, que estos conquistadores españoles aventureros de los mares del mundo, fundadores de ciudades colombianas, deberían mencionarse en nuestra historia como algo casual, circunstancial, los cuales por su actuar llenos de codicia y por haber infringido dolor y muerte a los aborígenes no ameritan invertir dinero del fisco nacional para sus estatuas instalados en lugares privilegiados de la ciudad.