Un riñón para salvar a Luis David.

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Luis David Sarmiento Lavalle tiene un gran sueño, crecer en un ambiente propicio lleno de salud; pero para llegar a ese anhelo necesita con urgencia un riñón. Nacido y residente en Santa Marta,  tiene 10 años de edad, padece de una enfermedad renal y la solución es el trasplante.

 

Con este caso se busca la solidaridad no solo de los coterráneos, sino del resto del país para que en una decidida postura en defensa de la vida de este niño se cumpla su deseo inquebrantable expresado con desbordada pasión, y nos demuestre que no somos una sociedad indiferente entorno a estos problemas que degradan la rutina diaria.

En este caso, la vida de un ser humano; razón por la cual el principio lógico y elemental de la comunidad es sumar esfuerzos que permitan materializar la participación ciudadana en el aporte a la búsqueda de solución de este desgarrador acontecimiento. La sociedad debe desarrollar un rol facilitador, un proyecto de decisión para transmitir un mensaje de esperanza, actuar en una dinámica de cooperación y lo más importante elevar el nivel de conciencia para que muestre consecuencias y resultados en estos momentos duros y críticos como este. Es hora ya de acabar con las conductas indeseadas que vulneran los cimientos de la sociedad; necesitamos por el contrario construir estrategias de atracción articuladas a una justicia prospectiva.

A pesar que existe la Ley 73 de 1988 que se adiciona a la Ley 9 de 1979, señalando disposiciones en materia de donación y trasplantes de órganos, son leyes que desconocen muchos. En Colombia las estadísticas de donación son muy bajas. Para la mayoría es un tema vedado, incluso por instituciones religiosas y otras. También es cierto que falta información que impide una cultura frente a la donación.

Volviendo al tema, el testimonio de este niño es un hecho conmovedor y se convierte en base de solicitud para dirigirnos a través de esta columna a toda la sociedad a que se ponga la mano en el pecho y contribuya de manera voluntaria a este acto de contexto humano. Este mensaje  tiene una finalidad persuasiva que impulsa y motiva a robustecer la sensibilidad de los semejantes para el cumplimiento de este fin altruista.

Este acontecimiento que nos lastima a todos, pues se trata de la vida de un niño que apenas comienza su ciclo de existencia, nos obliga a adoptar comportamientos responsables que van en su orden escalonado desde el individuo, la familia, la sociedad y el Estado; razón por la cual debemos guiarnos de la sabiduría practica mezclada con una buena dosis de optimismo y esperanza; solo escuchar la breve alocución de Luis David a través de la radio, nos induce a reflexionar sobre la urgente necesidad de cooperar al máximo. Basta ya de tanta indiferencia estatal que muchas veces actúa con premeditación y alevosía; se requiere más que todo oportunidades, buena fe, esfuerzos unificados y articulación de iniciativas para solucionar el caso de Luis David.

Debemos alinear ánimos bajo el sagrado respeto a los derechos humanos; flexibilizar posiciones, incoherencias y contradicciones que no hacen más que confundir y alejar de los propósitos que enmienden, curen y sanen; llevar en este niño el resplandor que sus ojos visionarios transmiten y en especial sus palabras llenas de vigor por seguir viviendo, nos deben convencer a movilizar resortes sicológicos, crear conciencia e involucrar la participación interactiva de los actores de la sociedad entorno a la concertación y deliberación de ideas, proyectos e iniciativas que coadyuven a ser de este deseo una realidad adscrita al derecho universal, al cual debemos tener acceso todos los colombianos sin exclusión.

Este sería un gesto de inmensa generosidad ver a Luis David trasplantado mediante la práctica de un ejercicio legítimo con los instrumentos legales.