He leído en EL INFORMADOR que en nuestra querida ciudad de Santa Marta, han instalado en los sardineles y las aceras de algunas avenidas y calles, talleres para arreglar vehículos como automóviles y toda clase de maquinarias, sin el pago de ningún impuesto, ni autorización, utilizando el espacio público que debe ser únicamente para la movilización de los ciudadanos que circulan caminando y recreándose en la ciudad, sin dificultad por sus calles como lo hacen en todas las ciudades del mundo, y de una manera especial por su belleza en la ciudad de Bastidas, la linda Santa Marta.
No estamos en contra del trabajo honrado de las personas, pues sabemos que todos tenemos derecho a ganarnos la vida de una u otra manera, para así proveer las necesidades de nuestras familias. Lo que no podemos permitir nunca es que unos señores vengan a hacer de las suyas, o lo que les venga en gana en nuestras ciudades, poniéndose de ruana a todas las autoridades.
Tenemos que tener un poco de consideración con nuestros semejantes respetando los sitios de acceso a la movilidad, quitándoles los obstáculos que puedan atentar contra su tranquilidad y seguridad. Sobre todo en una ciudad que está catalogada como ciudad turística por excelencia, como es el caso de Santa Marta.
Estos negocios informales ensucian y afean a nuestra ciudad. Y no debemos olvidar que turistas satisfechos vuelven, y seguramente trayendo muchos más.
Debemos aprovechar el turismo que es lo que llamamos la industria sin chimeneas por ser una de las pocas que no contaminan.
Yo invito a los samarios a hacer una campaña de recuperación de los espacios públicos, no solo en Santa Marta, sino en los lugares turísticos como Taganga, El Rodadero y demás donde estamos llenos de ventas callejeras de todo tipo, incluidos alimentos sin ningún control de sanidad.