El poeta Alberti y la Generación del 27

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Para un niño de cinco o seis años era imposible pensar que los juegos en los cuales participaba tenían algo que ver con tradiciones lingüísticas de tiempos pasados. En efecto, sobre todo las niñas, inventaban un lenguaje encriptado para conversar entre ellas y así evitar la interceptación de mensajes personales. Decían ellas, por ejemplo: "Cutiyó cutitén cutigó cutiú cutiná cutií cutidé cutiá" para ocultar el verdadero mensaje: "Yo tengo una idea".

 

Era un inocente juego de palabras conocido como jerigonza: se comienza cada sílaba (o cada palabra) con una partícula o prefijo convenido entre los participantes. Pero con el tiempo se aprende que esas expresiones tienen un arraigo en la tradición oral de los pueblos. El escritor mexicano Alfonso Reyes creó la palabra jitanjáfora para nombrar este tipo de lenguaje; consiste en enunciados carentes de sentido y que generalmente pretenden conseguir resultados eufónicos. 

En un libro que siempre recomiendo, cuyo título es 'La arboleda perdida', el poeta español Rafael Alberti recuerda su afición a la jitanjáfora para divertirse con sus amigos poetas y escritores de la Generación del 27. Y es este el pretexto que utilizo hoy para decir algo sobre esta Generación.

     El 28 de octubre se cumplió un aniversario más de la muerte del escritor, poeta y dramaturgo español Rafael Alberti. Nació en el Puerto de Santa María, en Cádiz el 16 de diciembre de 1902 y falleció en 1999 a los 97 años. Se trasladó a Madrid y en 1924 obtuvo el Premio Nacional de Literatura por su primer libro: 'Marinero en tierra'. En 1926 publicó 'La amante' y en 1927 apareció 'El alba del alhelí'. Estos tres poemas se inscriben perfectamente en el romancero español.

El poeta Alberti, influido por Góngora, escribió 'Cal y canto' y 'Sobre los ángeles' en 1929.

Esta última composición es considerada su obra maestra. El poeta gaditano se ubicó plenamente en el surrealismo con 'Sermones y moradas' en 1930. Es autor de la elegía 'Con los zapatos puestos tengo que morir', publicada ese mismo año. Más tarde escribió 'Retorno de lo vivo lejano' y 'Baladas del Paraná' (1952 y 1953). Otra obra suya es 'Roma, peligro de caminantes' (1968). Estrictamente políticos son 'Coplas de Juan Panadero' (1949) y 'La primavera de los pueblos' (1968). También compuso Alberti el poema erótico 'Canciones para Altair' (1989). En 1981 escribió el ensayo 'Lo que canté y dije de Picasso'.

     Rafael Alberti militó en el partido comunista español; publicó una serie de libros que llamó 'El poeta en la calle', aparecida en 1938. Posteriormente, dentro del surrealismo, publicó 'El adefesio' (1944) y 'Noche de guerra en el Museo del Prado' (1956). A raíz de la derrota de la República en la Guerra Civil Española, el poeta se exilió en Argentina hasta 1962, con permanencia en Roma por algunos años. Solo regresó a España en 1977, después de la muerte del dictador Francisco Franco, a quien combatió con sus versos. Como ejemplo, la siguiente estrofa del poema 'Madrid, corazón de España': "Madrid: que nunca se diga, / nunca se publique o piense / que en el corazón de España / la sangre se volvió nieve". Existe un puente entre la poesía del barroco y la que más tarde cultivarían Alberti, García Lorca y otros autores congregados en lo que se conoce como 'Generación de 1927'. En vida Alberti recibió numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio Lenín de la Paz (1966) y el Premio Cervantes (1983).