Otra jornada electoral signada por la rampante corrupción

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Noriega

José Noriega

Columna: Opinión

e-mail: jmartinnoriega@hotmail.com



"Democracia es la forma de gobierno en donde la mayoría pisotea los derechos de la minoría": Abraham Lincoln.

 

Cumplida otra jornada democrática y conocidos los resultados, debemos aceptar que a esta pobre Bananas repúblicas se la llevó el patas, no hay nada que hacer, aquella trillada frase de que los pueblos se merecen a sus gobernantes cobra hoy más actualidad que nunca y desnuda una irrefutable verdad de Perogrullo, siempre resultarán victoriosos aquellos proxenetas del voto que corrompen todo cuanto encuentran en su camino, mientras la sociedad mira impertérrita e impávida cómo llegan a ocupar cargos de elección popular algunos personajes oscuros que simplemente tienen como carta de presentación un excelente respaldo económico, sin importar de dónde viene el billete, o ser herederos de una casta familiar o de un legado político abyecto y protervo que, otra vez, saquearán el erario y se alzarán, -como aquellos corsarios de la antigüedad-, con todo el botín encontrado y dejarán la olla raspada.

Desde los cuatro puntos cardinales de la geografía colombiana se conocieron los nombres de esos mercachifes electoreros que se agazapan en medio de la manigua democrática y así, furtivamente, se van abriendo paso y dando a conocer ante los posibles electores y ofrecen esta vida y la otra y se muestran como adalid de la honestidad y luchadores contra la corrupción, cuando en el fondo de todo se nota a leguas que no pasan de ser alimañas de alcantarillas que, como el lobo con piel de cordero, solamente esperan resultar elegidos para dar el zarpazo y raponearse lo poco que otros han dejado, bien sea por honestidad o porque no les alcanzó el tiempo para llevárselo, razón por la cual muchos regresan, no para continuar las obras inconclusas, sino para llevarse el resto.

En algunas regiones se presentaron casos vergonzosos de candidatos que, muy a pesar de estar inmersos en denuncias e investigaciones,  postularon su nombre al debate electoral, porque se ha vuelto costumbre que, no importa el pasado, siempre que lo elijan y logre posesionarse, después vendrán las exhaustivas investigaciones de las autoridades y cuando se produzca el resultado, si es que pasa, ya será demasiado tarde, ya se habrán esquilmado el último centavo del ente territorial, habrán cobrado sus salarios, se habrán robado todo y, cuando llegue la sanción, el personaje, otrora boyante y capitalista emergente, no pasara de ser un pobre alpargatudo que no tendrá en donde caerse muerto, inclusive tendremos los representantes y componentes del estado que pagarle un defensor de oficio para que salga de ese atolladero jurídico en donde él mismo se metió, pero, como el que quiere gusto, paga gusto, lo hará feliz y, aun desde la cárcel, continuará moviendo y manipulando los hilos del poder, poniendo y quitando a sus anchas y designando con el dedo a quienes heredarán su caudal político y manejará su feudo electoral.

Al final de la jornada, han resultado elegidos los mismos con las mismas, recrudeciendo aquel pasaje popular de que "al que no quiere caldo, le dan dos tazas", y en el Magdalena en general y Santa Marta en particular, eso sí que es tan cierto como la inmensidad y majestuosidad del mar, pues nos damos cuenta, por los resultados definitivos, que el billete polarizó las campañas, unas famélicas y con ideas que siguen convencidas que algún día llegará el voto de opinión y otras prósperas y despilfarradoras en donde son conscientes y saben que la imagen de George Isaac despedaza cualquier inquietud democrática o preocupación electoral y ante la misma sucumben de manera vergonzosa y terminan por prostituirse al mejor postor, sin importarles un carajo lo que ocurrirá en los siguientes cuatro años y es aquí en donde se remozaron nombres que el pasado han sido oscuros y símbolos de la corrupción, y quienes siguen creyendo que con ropaje y disfraz diferente se pueden mostrar como las antípodas de la corrupción y hablan de ella como si de verdad fueran honestos.

Creo que ya es hora de replantear la función política de la sociedad y propender por asear la democracia de tanto rábula filibustero que hacen parte de esa clase política denominada cleptocracia, cuyos representantes sólo buscan satisfacer sus voraces apetitos económicos y ostentar el poder para darse gusto a sus anchas y marranear a todo el mundo, razón por la cual debemos empezar por hacer pedagogía desde ahora, mientras nos aguantamos a estos petardos que administrarán pueblos y ciudades y, como en la película de Bagdad, "Alí Baba y sus cuarenta ladrones", nos demos cuenta quiénes son los rateros y denunciarlos ante las autoridades para ponerlos a buen recaudo y que los señalemos a todos y le impongamos sanción moral, sólo así sentirán vergüenza y se irán para la mismísima m……



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