La esperanza no se pierde jamás!

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alberto Linero Gómez

Alberto Linero Gómez

Columna: Orando y viviendo

e-mail: palbertojose@hotmail.com



"Entonces me llenaré de alegría a causa del Señor mi Salvador.

Le alabaré aunque no florezcan las higueras

ni den frutos los viñedos y lo olivares;

aunque se acaben los rebaños de ovejas

y no haya reses en los establos.

Porque el Señor me da fuerzas;

da a mis piernas la ligereza del ciervo

 me lleva a alturas donde estaré a Salvo" (Habacuc 3,17-18)

 

 Me encanta este texto. El profeta, en primera persona, nos comparte la experiencia de confiar en el Señor a pesar de todas las negativas que la vida le pueda dar, a creer que es posible estar seguro y salir victorioso de cualquier batalla por perdida que parezca.

El texto transmite la fe de un hombre que tiene una relación íntima con su Dios y, por lo mismo, ha experimentado la fuerza, el poder, las ganas, el ánimo que Dios concede a quien abre el corazón, y desde la honestidad y la coherencia de vida se lanza a construir un proyecto de felicidad.

Transmite el texto no la seguridad de quien lo tiene todo y desde la opulencia dice creer, sino, desde la derrota, la necesidad y la pobreza. Es el hombre que asume su condición débil y de sus desatinos y sus precariedades confían en el poder de Dios.

Este texto ha sido mi compañero en noches de desesperanza y desilusión. Me ha llenado de fuerzas en momentos en los que todo apunta al  fracaso y nada va a salir bien. Sé que no vivo en un mundo perfecto de gente buena que se comprometa por construir vidas mejores.

Sé que el sistema social en el que, como esclavos, vivimos nos empuja ser caníbales entre nosotros mismos, a destruir con nuestra lengua y con nuestras manos al hermano y a todo aquel que se ponga nuestro lado. Sé que a veces uno se esfuerza al máximo, da lo mejor de sí, planea, lucha y no se obtienen los resultados justos por los que se ha propendido. Sé  todo eso. Pero, también sé que Dios tiene poder, que Él actúa desde dentro de los hombres y llena de sentido todo, hasta lo que, aparentemente, es el sin-sentido. Por ello, no pierdo la esperanza.

Por eso, todos los días me levanto seguro de que voy a triunfar, de que podré escapar de las trampas del mal, y podré sonreír en el lugar alto y seguro en el que Dios me pone a salvo. Él será la causa de mi alegría y de mi gozo. De Él estaré lleno para seguir navegando y luchando, para no hincar rodilla y no dejarme vencer por las dificultades.

Estas palabras del profeta son realizadas en el misterio de Cristo Resucitado. El que murió solo en la cruz, abandonado por todos (Marcos 14,50), aquel que fue víctima de todas las burlas, de todas las calumnias, de todos los ataques, Resucitó y está sentado a la derecha del Padre.

Esa es la enseñanza. Por eso, hoy te invito a Creer.   No sé cuál sea tu cruz o tu derrota, no sé cuál sea tu enemigo o cuál el que se burla de ti, pero lo que sí sé, y lo sé con la certeza existencial de la fe, es que si no desfalleces, si luchas, si te mantienes coherente y con esperanza a pesar de todo saldrás vencedor.

De eso estoy seguro, y eso es lo que me anima a seguir adelante. ¡Venceremos! Para ello tendremos la actitud de compromiso que se necesita y la libertad que se requiere. "En todo saldré vencedor por Aquel que me amó" (Romanos 8,37).