Los despreciados y su tragedia

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



En el mundo millones de personas huyen de la violencia y de la represión de los fundamentalismos ideológicos o religiosos.  Otros tantos millones huyen de la miseria y el hambre.  Los primeros huyen para salvar la libertad y la vida, y los segundos porque perdieron la esperanza.

 

Aspiran a recobrar su dignidad como personas inmigrando ilegalmente a naciones que no los desean, o en el mejor de los casos los consideran un mal necesario porque a alguien hay que explotar, y alguien tiene que hacer los trabajos indeseables por un sueldo de hambre.

 Sobre todo, que calladamente aguanten el uso y el abuso a que son sometidos.

Graduados de ciudadanos de tercera con pocas oportunidades, muchos caen en el crimen, y se convierten en un problema para los países en que se asentaron, dando lugar a sentimientos de odio y rechazo. Sentimiento que va y viene como una ola, al vaivén de las circunstancias.

En Colombia, muchos no se fueron al Norte sino a los países vecinos, también tercermundistas, pero que podían ofrecerles mejores oportunidades.  Los destinos fueron Venezuela, Ecuador, y últimamente a Chile y Argentina.  El mal momento que atraviesan todos estos países ha exacerbado los ánimos contra los colombianos. 

Es natural buscar chivos expiatorios que nos sean ellos, y nosotros los colombianos somos blanco fácil por la mala imagen que el mundo tiene de nosotros y porque, siendo honestos, muchos criminales colombianos se van a esos países a hacer de las suyas.

A Venezuela algo de razón le asiste cuando dice que la inmigración ilegal, y el mundo subterráneo en que está asentado genera muchos problemas sociales y alta criminalidad.  La inmigración ilegal es un problema en todas partes. Genera problemas policivos y de otro tipo, pero no las distorsiones económicas propias de una economía que ha sido pesimamente manejada.

Maduro debería entender que las fuerzas del mercado son imparables e invencibles, y que así como el agua busca desembocar en el mar, los productos buscarán mercados donde puedan maximizar la rentabilidad. El contrabando de Venezuela a Colombia no lo para nadie mientras exista diferencia de precios tan abismal y que hace mucho más atractivo vender productos venezolanos en Colombia que en Venezuela.

El contrabando nunca antes fue problema y ha existido desde que tengo memoria.  Lo único que ha cambiado es que el modelo económico venezolano está danto el último pataleo antes de su colapso total.  Maduro es un presidente asustado que presiente que la debacle de Venezuela no tiene vuelta atrás y está muy cerca. 

La escasez de productos y el descontento social que esta genera no se va a solucionar expulsando colombianos ni cerrando fronteras para evitar el contrabando.  Es un problema estructural que no es solucionable en el corto o mediano plazo.  Idos están los días de está barato dame dos, y hoy los venezolanos no tienen divisas para importar nada, con el agravante de que el flujo de caja del petróleo cada día es menor; eventualmente Venezuela tendrá que declarar cesación de pagos.  La suerte de Maduro y de Venezuela ya está echada.

A pesar de todo lo anterior, la decisión de expulsar y cerrar fronteras es una decisión soberana de Venezuela y hay que respetarla.  Sin embargo, esto no justifica la violación de los derechos humanos y dejar de lado el trato digno que merecen todas las personas independientemente de su estatus migratorio.

A manera de autocrítica señalo que nuestros compatriotas antes de ser parias en Venezuela, primero lo fueron aquí en nuestro propio país. 

Por esto hay que ser hipócrita y cínico, hablando de los expresidentes y algunas figuras públicas, para levantar el dedo acusador contra Maduro, cuando estos prohombres son los responsables directos del fracaso del Estado para estos compatriotas y para muchos millones más en Colombia.  Ellos han orquestado por décadas el secuestro de las oportunidades para una élite indolente.

Quizás llegó la hora para que el Estado colombiano asuma la responsabilidad que había diferido en el tiempo por haber exportado los problemas sociales al vecino país.  No le asiste razón a quienes piden que Santos pelee con Maduro.  Si bien, como lo afirmó Santos, los problemas de la economía venezolana son problemas hechos en Venezuela, el problema de nuestros compatriotas deportados, es nuestra total responsabilidad, y Santos lo sabe.