Que este es un país en el cual algunos personajillos de la vida pública son arribistas, vaya que lo es. Esa minoría solo piensa en su bienestar pasando por encima de los demás, asimismo en sacar pecho por lo que hacen y en tomarse la foto del momento.
Un ejemplo de lo que escribo es el tema crucial que vive Colombia, que son los diálogos de paz en La Habana, liderados por el presidente JMS. En tan importante proceso, si que hay arribistas montándose desde hace rato en el bus de la paz.
Esos vulgares arribistas parecen pirañas dispuestas a devorar cualquier cosa para saltar a la luz. Saben, que si hablan en cualquier medio de comunicación que les de espacio, en cualquier foro al que son invitados, así sea incoherencias o basura sobre apoyos al proceso, quedarán para bien o para mal en las páginas de la historia. Y eso es lo que buscan.
Empero debemos ser claros, y admirar a personas como Humberto De la Calle y Sergio Jaramillo, quienes son presa a diario de ataques por ese trabajo asignado.
No es fácil convencer a un país entero que detesta a las Farc ni fácil dejar su espacio familiar por tan loable labor. También Álvaro Leyva es un hombre valioso y el único hombre del establecimiento a quienes las Farc le creen.
De los personajillos que hablo, hay uno que resalta: es el tal Roy Barreras. Hombre para robar cámaras y hablar sandeces. Ahora parece monje y habla de la paz y ataca a su compadre Uribe por ser guerrerista.
El poeta Barreras, olvida que estuvo ocho años acompañando al gobierno Uribe, apoyando todos los proyectos de ley que incentivaban la guerra y que oprimía a la clase trabajadora, convirtiéndola en más paupérrima. Así que su paz es carreta.
Mi Ñapa. Aplicar el bolígrafo a funcionarios públicos, es una idea desacertada. Aquí entonces debemos desconfiar de todo el mundo. Acaso no es violación a la intimidad. ¿Por cierto, cuánto costará en términos monetarios está medida?