Las ayudas al campo

Columnas de Opinión
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Cuando Aurelio Iragorri Valencia, se posesionó como ministro de Agricultura, dijo en una de sus entrevistas que su gestión se concentraría en facilitar a los productores del campo unos instrumentos de ayuda para que sus negocios fueran menos riesgosos, más productivos y rentables.

Casi un año después de su posesión, veo que sus propósitos van por buen camino. Veamos algunos de estos logros.

En materia de crédito -a pesar de la adversidad del tiempo-, las estadísticas de Finagro muestran un buen desempeño de los desembolsos al sector agropecuario.

En el primer semestre del año, se desembolsaron 3.8 billones de pesos, lo que representa un crecimiento del 19% respecto al mismo periodo del año pasado.

Con la simplificación de varias líneas de créditos del Banco Agrario y la extensión de los plazos a 12 años con dos de gracia, para inversiones en sistemas de riego, infraestructura (bodegas y equipos) y maquinaria agrícola de última tecnología, el ministro Iragorri, puede lograr mayor dinamismo en la inversión y en el acceso al crédito en este segundo semestre.

Si le apuesta a una baja en la tasa de redescuento de Finagro para créditos al sector productivo (siembras y compra de ganado) y si la Junta Directiva del Banco de la República, le da una manito, aprobándole a la banca privada una mayor validación de la cartera sustitutiva sobre créditos que desembolsen a medianos y grandes productores del sector productivo, la cosa se pondrá mucho mejor.

Respecto a los programas de ayudas o subsidios al sector agropecuario (pese al recorte al presupuesto de inversión del ministerio de agricultura), vemos que le puso orden al manejo y distribución de estos recursos. Ahora cada subsector tiene asignado un paquete de ayudas (como los combo Mac Donald) alineados a incrementar su productividad.

En la bandeja están servidos los subsidios a la tasa de interés, a la asistencia técnica, al seguro agrario, a las coberturas de tasa y precio de mercado, el incentivo forestal y el respaldo a los créditos a través del Fondo Agropecuario de Garantías -FAG-.

Para que tengan una idea del tema. Cuando un pequeño productor del campo va a una entidad financiera a solicitar un crédito para cualquier proyecto productivo, el Gobierno le subsidia la tasa de interés al 6% efectivo anual -para cultivos de cereales, hortalizas y frutales-, le sirve de garante ante el banco respaldándole hasta en un 80% el crédito, le subvenciona el 80% de la asistencia técnica y el costo de la póliza del seguro agrario, le otorga un subsidio del 40% para la compra de un tractor, la construcción de un pozo profundo con sistema de riego y el costo de la siembra en cualquier cultivo que tenga un periodo improductivo de más de dos años.

También se les subsidia el costo de la cobertura de tasa de cambio o precio de mercado de sus productos.
No me canso de repetirlo en esta columna.

El problema de rentabilidad del sector agropecuario en Colombia obedece más a la falta de conocimientos en buenas prácticas agrícolas que a subsidios del Estado. Seguramente, ese será el próximo reto del ministro Iragorri y al que todos los gremios de la producción agropecuaria deben apostarle. Por ahí es la cosa.