Hay que destacar los valores propios

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



A cada quien lo suyo. Ni más faltaba. Cristóbal Colón merece los reconocimientos que se le ofrecen en los países americanos, con las reservas del caso cuando se mencionan los problemas que nos trajo el llamado 'descubrimiento'. Pero no todo puede ser para el ilustre genovés.

En la actualidad se debate en Argentina sobre el hecho de que la presidente de esa nación haya entronizado en el lugar que ocupaba Colón la estatua de una heroína de la revolución. ¿De quién se trata? ¿Merece tan honroso homenaje? Conozcámosla y saquemos conclusiones.

Juana Azurduy de Padilla fue una líder revolucionaria que combatió en la Guerra de la Independencia Hispanoamericana en el Alto Perú, actual Bolivia. Nació en el cantón de Toroca, en cercanías de Chuquisaca, el 12 de julio de 1780. La ciudad de Chuquisaca era de las más importantes de la América española. También recibió los nombres de La Plata y Charcas.

Pertenecía al virreinato del Río de la Plata desde 1776, lo mismo que el Alto Perú y en ella funcionaban la Universidad de San Francisco Xavier y la Audiencia y el Arzobispado. Juana estudió en un convento, de donde fue retirada porque organizaba reuniones sobre la vida de Tupac Amaru y otros nativos que se rebelaron contra los españoles.

Se casó con Manuel Ascensio Padilla. Ambos, admiradores de la Revolución francesa, tomaron parte en la rebelión criolla en contra de los españoles en 1809, comandando a los indios Chayanta.

El 25 de mayo de ese año dicha revolución destituyó al presidente de la Real Audiencia en Charcas. Juana lideró la guerrilla que atacó el cerro de Potosí y lo tomó el 6 de marzo de 1816. Por su arrojo y valentía recibió el rango de teniente coronel y, de manos del general Belgrano, el sable del poder argentino como símbolo de reconocimiento.

En 1825 Juana, afectada de profunda depresión, recibió un ridículo auxilio del gobierno argentino. El mariscal Sucre le otorgó una pensión que treinta años más tarde le fue retirada y la obligó a vivir en la indigencia hasta su muerte, en 1862. Sobra decir que Juana había perdido todos sus bienes por estar dedicada a la lucha revolucionaria. Hay que destacar que de sus seis hijos cinco murieron a causa de la revolución.

Como si fuese poco, su cuarta hija nació en el campo de batalla mientras Juana conquistaba el cerro Carretas. En 1825 Simón Bolívar, después de visitarla, comentó a Sucre: "Este país no debería llamarse Bolivia en mi homenaje, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los que lo hicieron libre".

En julio de 2009 la presidente de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, ascendió post mortem a Juana Azurduy del grado de teniente coronel a general del ejército argentino. En Bolivia también se han realizado homenajes y reconocimientos a Juana Azurduy, declarada en el 2009 'Libertadora de Bolivia'.

No escapa al lector la intención política de la mandataria argentina, cuestionada acremente por situaciones graves relacionadas con su gobierno. Por otra parte, el tratamiento aplicado a Colón, en opinión de muchos argentinos, no se compadece con la gloria del ilustre italiano. Destacamos, sí, la inmensa importancia que para Hispanoamérica tiene Juana Azurduy, prácticamente desconocida para los sudamericanos hasta poco antes de la instalación de su estatua.



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