El regreso de Uribe

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Escrito por:

Jacobo Solano Cerchiaro

Jacobo Solano Cerchiaro

Columna: Opinión

e-mail: jacobosolanoc@hotmail.com

Twitter: @JacoboSolanoC



Uribe vuelve a hacer política en las próximas elecciones locales y regionales, su intención, genera impacto en la opinión, en especial de los urifóbicos, quienes no aceptan su liderazgo y desean enviarlo al ostracismo. Lo cierto, es que el ex presidente no quiere perder el protagonismo que le otorgó haber sido el líder que le cambió el rumbo a Colombia y que constituye un factor real de poder.

Pero más allá de lo que pueda representar el ex mandatario antioqueño, hay varios factores a analizar, porque hasta como ex presidente, optó por un camino más expuesto públicamente y por ende, con un mayor riesgo de ser derrotado que estar tras bambalinas o fuera del país. Uribe siempre ha marcado diferencias con sus antecesores, que sólo se dedicaron a criticar y a recibir la pensión. Recordemos que los líderes políticos exitosos, viven para ejercer poder y mantener influencia en la vida pública.

Uribe conceptúa que un ex presidente puede ser más útil, además sabe que no puede alejarse de la arena política, porque sus enemigos son muy poderosos y no descansarán hasta inculparlo de lo divino y lo humano, menos, con una persecución judicial en marcha; por eso trata de equilibrar las cargas con el actual presidente Santos, que gobierna con agenda propia, y pudiéramos decir, antiuribista y más liberal.

No se puede negar el enfrentamiento que existe entre ambos, aunque almuercen bandeja paisa y se integren con sus esposas en la hacienda de Ríonegro, hay contrariedades de por medio, especialmente de Uribe, por el nombramiento de Vargas Lleras, una bofetada certera; la situación con el ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, otro detonante y por último, la conciliación con Chávez y lo que representa, consentir que los terroristas de las Farc sigan resguardados en Venezuela.

Uribe responde y se le mete al rancho, decide que la mejor forma de tratar a Santos es haciendo política, sin enfrentarlo, jugando con las mismas armas, la hipocresía y el doble discurso; para tal efecto, creó los talleres de liderazgo democrático, con el fin de buscar candidatos y recuperar hegemonía para fortalecer al partido la U, que aspira a tener la mayor parte de los escaños de las corporaciones locales, y de paso, frenar las ambiciones del actual mandatario, que persiste en su idea de fortalecer al partido Liberal, fusionándolo con Cambio Radical, acudiendo al cuento de la unidad nacional, con la posibilidad real de convertirse en la primera fuerza del país, desplazando y debilitando a la U, el partido que lo avaló.

En definitiva, Uribe es un líder de apuestas arrojadas y quiere corroborar su vigencia, consolidado una corriente política, el tiempo dirá si gana o la gente le dice adiós.