¿Dónde está la gobernabilidad del Presidente y del gobierno?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Noriega

José Noriega

Columna: Opinión

e-mail: jmartinnoriega@hotmail.com



"… y mis amigos se han vuelto burlones, casi siempre me tratan de idiota, porque yo no tengo pantalones pa´ dejarla a ella y conseguirme otra… ". (Canción "El cobarde del pueblo". Héctor Zuleta y Adaníes Díaz)
Es muy cierto que el tiempo es el mejor juez de la vida que siempre termina por desnudar las incapacidades de todos aquellos badulaques que pretenden mostrarse como estadistas y no pasan de ser unos simples lacayos de la democracia, que transigen sus principios y convicciones por cualquier lata de fríjoles que les ofrezcan, en el entendido que con sus actuaciones resplandecen sus ideales y los del pueblo, sin siquiera detenerse a pensar en el ridículo que están haciendo, no sólo al interior de la comarca, sino y lo que es peor, trascendiendo las fronteras, en donde nos deben estar viendo como unos eunucos mentales que seguimos viviendo en el pleistoceno social y de allí a la barbarie no hay sino un miserable eslabón que en cualquier momento se revienta y todos nos vamos de bruces a la realidad.
Luego de casi tres años de social bacanería y de disfrute en la isla de Martí, comiendo y rumbeando a sus anchas, sin que nadie les diga absolutamente nada, picándoselas de patriotas y gestores de una nueva Colombia, los representantes de la insurgencia hablan y dicen lo que les viene en gana, con una total desfachatez y cinismo, mientras los representantes del establecimiento rumian su incapacidad y pasan de agache ante los desafueros verbales y, con el rabo entre las piernas, tratan de explicar lo inexplicable y justificar lo injustificable, sobre todo si tenemos en cuenta, en medio de las cantinflescas expresiones del gobierno, que "nada está acordado, hasta que todo esté acordado" y a partir de allí vivimos en medio de un despelote burdo que nadie entiende y sobre el cual algunos sacan eximios dividendos políticos y otros, los más avezados, quieren obtener un respiro en medio del conflicto y, con un segundo aire a cuestas, inyectarse fuerzas y demostrar que aún no están derrotados ni diezmados y poder de ese modo reacomodar sus fichas para seguir asestando esos miserables golpes en contra de la población civil, como en el caso de Tumaco, o frente a la fuerza pública que tiene que poner cada día su cuota de sacrificio.
Mientras eso ocurre en las montañas de Colombia, los otros disfrutan y pasean por el malecón y posan de demócratas interesados en la paz, eso sí, siempre repitiendo que en la cárcel ni un día, porque ellos no van a aceptar que después de una lucha estéril de más de cincuenta años y como forjadores de una nueva sociedad, vayan a entregarse para terminar con sus bártulos tras las rejas. No señor, eso ni de fundas, repiten cada día y cada vez reclutan más personas que le alcahuetean esa posición y recalcan que con ellos en la cárcel no se soluciona el problema, porque es imperativo darles tribuna política para que desde el parnaso de la democracia como lo es el congreso de la república, ellos puedan espetar a los cuatro vientos toda esa retahíla cursi sobre la oligarquía y el establecimiento.
Obviamente que lo que más produce vergüenza y asco es que pareciera que en esta bananas república no existiera gobierno, ni mucho menos gobernabilidad, por cuanto siguen ocurriendo execrables y abominables hechos contra la sociedad, y el gobierno, del presidente para abajo, aculillado y manejando un discurso pobre y débil, al punto que ya la insurgencia le calibró su capacidad de respuesta y como tan solo está pendiente de una nominación al premio nobel de paz, lo acorralan con procedimientos abyectos, al punto que como saben que la comunidad internacional los apoya al máximo, se sienten victoriosos y ganadores, y como esa comunidad no tiene ni idea de lo que ocurre aquí en campos y ciudades, acorralan al inepto gobierno para que persista e insista en un proceso que cada día parece una opereta.
Por último y como aplicando la ley de Murphy, todo lo malo es susceptible de empeorar, el jefe de la delegación del gobierno deja traslucir que existe la posibilidad de concertar un cese al fuego bilateral como una manera de desescalar el conflicto, pero en la medida en que sea serio, bilateral, definitivo y verificable, siempre que la insurgencia asuma su responsabilidad en materia judicial, es decir, pareciera no saber de qué ni con quién están hablando.