El magnate Donald Trump, conocido en el mundo por ser dueño de la franquicia de Miss Universo, además de ser inversionista en construcción, dueño de hoteles cinco estrellas, y muchos bienes más, expresó estas palabras, al postularse como candidato a la presidencia de Estados Unidos, por el Partido Republicano "cuando México envía su gente, no envían a los mejores. Envían gente que tienen muchos problemas. Traen drogas, crimen, son violadores y, supongo que algunos, son buenas personas".
Desde luego las reacciones no se hicieron esperar. Que es sectario, intolerante, ultraconservador. Al suscrito la verdad no le sorprende esa apreciación del rico hombre de negocios, -cuando se refiere a México me imagino que es a todo el continente- porque la verdad observándolo desde otro contexto, así es como nos han tratado sucesivamente los gobernantes americanos, los cuales han mirado con desprecio a toda América Latina. Tanto en lo político, como económico.
En lo político lograron en las décadas anteriores, capitalizar su poderío. Apoyaron golpes de estado subrepticiamente. Allende en Chile, Árbenz en Guatemala; Jean Bertrand Aristide en Haití; Goulart y Getulio Vargas en Brasil; Paz Estenssoro en Bolivia, solo para citar algunos casos. Y se entronaron en ellos. Su palabra era ley.
En lo económico, Muchos países se arrodillaron frente a las imposiciones económicas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, con el cuento del consenso de Washington, en dónde el rico se hizo más rico y el pobre más pobre; en el que la salud se privatizó; en el que la educación se volvió un privilegio; en el que el campesinado se arruinó. Todavía sus terribles consecuencias las estamos pagando. Impusieron el bloqueo a Cuba (muchos países de nuestro continente apoyaron esa cruel política económica). De ahí que desde hace diez o doce años existen muchos gobiernos de izquierda, porque la gente se cansó de ser tratado como una vil mercancía.
Ese bullicio, esa indignación por lo que dijo Trump, me parece exagerado y más bien es el reflejo de cómo nos miran ciertos sectores poderosos de los Estados Unidos. ¿De qué nos sorprendemos? Siempre hemos sido vistos como la parte trasera. O, qué me dicen, de esos Tratados de Libre Comercio, benefician es a los agricultores gringos, que son auxiliados con millonarios subsidios en detrimento de los nuestros. La rabadilla del pollo que ellos echan al inodoro, llegarán a nuestros países.
Por cierto, ellos se hacen llamar americanos y nosotros somos latinos, hasta de nuestra identidad se apropiaron, pues somos tan americanos como ellos.
