La cultura: imponderable tutela para el cambio social (I)

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ramón Palacio Better

Ramón Palacio Better

Columna: Desde el Centro Azul

e-mail: ramonpalaciobetter@yahoo.com



Desde tiempos históricos se afirma realmente, que la cultura ha sido siempre una constante y necesaria herramienta para el cambio, para la transformación, para la reforma y para la innovación social de nuestros pueblos. La cultura es una clara e insustituible manifestación para la identidad de una sociedad.

Siendo especialmente el lenguaje, una condición necesaria en la cultura para que el individuo transmita, comunique, divulgue, exprese y manifieste sus ideas de acuerdo al arbitrio cultural en donde está inmerso, mediante la palabra, el arte, la fotografía, escultura, pintura, literatura, historias, costumbres, manifestaciones y habilidades en constante comunicación con su sociedad.

El hombre es el creador de su propia cultura y rodeado de factores constituyentes entrelazados creando escenarios sociales fundamentales, el transmisor del mensaje cultural por parte del creador de bienes de cultura, el mensaje o misiva, anuncio, escrito y el receptor o destinatario de cultura individual o social.

Desde un ámbito esencialmente cultural el hombre, su pensamiento, su lenguaje y sus acciones humanas, adquieren un valor enciclopédico y universal, desde una perspectiva histórica.

Culturalmente el hombre con sus propias herramientas cognitivas es el arquitecto constructor de sí mismo en una sociedad local, regional o nacional y en un tiempo determinado. El hombre es un contribuyente sensato, consciente y reflexivo al interior del proceso de transformación y cambios de una sociedad en particular.

Es necesario resaltar que el hombre como creador y productor en cualquier parte o contexto en donde se encuentre, debe principalmente proveer la esencia cultural, que legitime sus cualidades identitarias en el medio social que habita.

Actualmente transcurrido la primera década del presente siglo XXI, convivimos los seres humanos en una sociedad innovadora, moderna; sin embargo podemos afirmar como el hombre a pesar de todos los avances, se ha ido deshumanizando y automatizando en estos periodos de grandes progresos y vanguardias tecnológicas, que globalizan la sociedad para efectos comerciales y económicos.

Facilitando procesos de transculturación y aculturación, cambiando a las sociedades tradicionales de diferentes regiones, mediante la imposición de consumos mercantilista, donde la moral de cada individuo ha quedado atrás, dando paso a superfluos proyectos tecnológicos muy avanzados, que se colocan o intentan colocarse por encima del patrimonio cultural de cada una de nuestras regiones y pueblos.

Condicionando a nuestras sociedades a complejas situaciones plenamente artificiales y de consumo o de mercado, que han logrado afectar la conciencia de los individuos de nuestra sociedad.

Es allí en donde debemos promover un verdadero cambio de cognición y lograr a su debido tiempo la distorsión existente de nuestros valores morales y culturales que están ampliamente manipulados por estos presuntos cambios y transformaciones de consumo mercantilista.

Hoy nos preguntamos, ¿Qué es cultura? ¿Qué nos identifica como pueblos? ¿A qué cultura pertenecemos? Para responder correctamente, necesitamos implementar procesos educativos cumplidamente pedagógicos que permitan ampliar el conocimiento relacionado con cada uno de los naturales procesos culturales que aún posee y conserva nuestra sociedad.

Además, debemos reclamar continuamente la inserción de modelos y estándares culturales que permitan educar y adiestrar al individuo para que logre como debe ser, reconocer e interpretar el mundo que lo rodea, que la cultura la vea como parte esencial de sí mismo y no como un proceso informativo de lo que se quiere dar a conocer.