Conciencia social

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Lafaurie Rivera

José Lafaurie Rivera

Columnista Invitado

e-mail: jflafaurie@yahoo.com

Twitter: @jflafaurie



En estos momentos nos debemos a nuestros compatriotas damnificados. Son más de dos millones y medio de colombianos que requieren atención urgente para su supervivencia -y la continuarán necesitando hasta bien entrado 2011-. El gobierno ha planteado bien el problema: primero, ayuda humanitaria. Inmediatamente después, reconstruir el sector productivo. Sin embargo, la angustia o el afán no nos pueden hacer perder el norte, y menos ahora que ingresamos a un año de elecciones territoriales, con grandes tentaciones en la ejecución de importantes recursos a través de un marco normativo excepcional. Lo peor que le puede pasar al país es que después del gigantesco esfuerzo fiscal las soluciones sean de bajo impacto en contraste con el alto nivel de corrupción y desconfianza social.

Nuestra economía agropecuaria está fuertemente golpeada. Muchas inversiones quedaron enterradas. La tierra afectada demorará en recuperarse, porque además hay que darles tiempo para que desaneguen antes de iniciar el proceso de rehabilitación productiva. Nuestros técnicos nos advierten que esos terrenos van a permanecer más de seis meses afectados y que al bajar los niveles van a quedar grandes lagunas, zonas fangosas y aguas estancadas con animales y vegetación descompuesta. Se avizoran grandes problemas sanitarios. Es indudable que nos hallamos ante el gran reto de reconstruir la economía rural.

En el sector ganadero, nuevos costos serán necesarios adicionar a la ya alta pérdida por muerte de más de cien mil bovinos, pues no solamente se requieren suplementos alimenticios -que no hay suficientes-, sino otros insumos para poner a salvo a los más de 1.6 millones de animales que tuvieron que migrar a tierras altas.

Es evidente que la producción en la costa Caribe está menguada. Pero además, con serias dificultades para sacar los productos al mercado por la destrucción de la red terciaria. Los precios de los productos del agro tenderán por tanto a elevarse, impactando los buenos índices de inflación que nuestra economía ha venido registrando, a menos que se actúe con diligencia en el terreno de las vías terciarias.

El problema no se resuelve simplemente con dinero.

Claro que se necesita. Y mucho, pero donde toca hay que administrarlo con mucha trasparencia y oportunidad en la inversión. De ahí la propuesta en materia de recuperación de vías que los ganaderos le planteáramos al gobierno ya hace algún tiempo, y que tuviera gran recibo por parte del presidente Santos y de los ministros de Agricultura y Transporte en el pasado Congreso Nacional de Ganaderos, que se resume en que si Todos ponemos y controlamos, Todos ganamos.

La unión de esfuerzos financieros -Gobierno Nacional, gobiernos locales y productores-, no solo aumenta el esfuerzo financiero sino que proporciona una razón de peso para que muchos ciudadanos participen activamente en la definición de cuáles son las vías que deben ejecutarse y en el control de esos recursos, máxime hoy cuando la contratación pública está altamente cuestionada.

Estamos ad portas de abrir grandes frentes de trabajo, se impone en consecuencia una mayor conciencia social, que exija transparencia, que vigile, que actué. En río revuelto… sólo queda ganancia para avivatos y un gran festín electoral.