Prostitución exportada

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



El escalofriante escenario de interlocución suscitado con una meretriz y este servidor, puedo sintetizarlo así: Soy trabajadora sexual y nos estamos quedando sin trabajo. ¿Cómo así? dije. Te seguiré contando si me guardas absoluta reserva. Lo prometo así lo haré, le respondí. A los lectores les manifiesto que no revelaré el sitio de este diálogo.

Oye, no te diré donde nací, simplemente soy colombiana y lo que pasa en estos momentos es que estas venezolanas, también trabajadoras sexuales, nos están quitando el trabajo; yo dependo de esto para sostenerme, igual a mi madre y mis tres hijos (dos niñas y un varón); muchos clientes las prefieren a ellas, las cuales trabajan y se llevan el dinero para su país, están ilegalmente en Colombia; la plata que ellas se ganan aquí les rinde más en Venezuela, también porque tienen hasta 20 ratos diarios y nosotras entre 8 a 10; te cuento que esta actividad requiere de buena presentación, ellas al ganar más se mantienen mejor vestidas y con más plata para conseguir perfumes caros, así atraen más.

Pregunté: ¿No puede cambiar esta actividad? me respondió alterada ¿Quiéres que mis hijos y mi madre se mueran de hambre?; lo que si deseo es que mis dos hijas mayores de 14 años no hagan esto, se los he ocultado, mi mamá sí sabe que soy prostituta. ¿La explotan sexualmente?

Esto lo hago porque me gusta, que me vaya bien unas veces y otras mal es otra cosa; claro que tengo que estar vinculada a un estadero como este, donde vienen los clientes, cobro por el rato y de ahí le pago al dueño de este negocio, así funciona esto.

¿La edad tiene que ver en esto? Si, bastante, ya tengo 32 años y dentro de pocos seré relegada y preferirán a las más jóvenes.

¿Ha pensado que puede contraer sida? Si, algo que me da miedo, pero a qué otra cosa me dedico.

¿Cuándo piensa retirarse? Me retiraré cuando yo quiera, no cuando tú me lo digas, o es que me darás otro trabajo donde gane igual o más que aquí; esto lo tengo como habitual, conozco otras amigas que lo tienen como ocasional, pero son más refinadas y selectivas, ellas tienen sus hogares.

Aquí termina el diálogo con mi entrevistada porque fue solicitada. Hay que saber precisar que mientras los deseos del hombre y la mujer sigan constituyendo una de las necesidades más fuertes de la naturaleza, existirá la prostitución; de no llenar esa necesidad definida, este comportamiento no se materializaría en las dimensiones actuales.

Se dice que la prostitución es el oficio más antiguo; en Colombia ejercerla no configura delito, pero si debe ser controlada sanitariamente por las autoridades.

El impacto sociológico de consecuencias deplorables en nuestra sociedad lo constituye el hecho que muchas de nuestras mujeres por la crítica y angustiosa situación económica que atraviesan caen en la prostitución y difícilmente pueden emerger de este abismo; un ejemplo de ilustración en el país se percibe con gran notoriedad en algunas mujeres que laboran como domésticas, ejecutivas, universitarias y otras quienes tentadas y seducidas por terceros suelen caer con facilidad y permanecen allí por periodos considerables.

Esta es una alerta temprana que sirve de prevención y reflexión a esa explotación sexual que actualmente vive la meretriz aquí referida, para que no se extienda a la explotación sexual infantil, que es la que más nos preocupa, toda vez que esta conducta sí se considera delito por nuestra legislación.

La prostitución en la actualidad se convierte en un flagelo de enormes tentáculos, que deteriora la dignidad del ser humano y el reto de la sociedad es tratar de extirpar el germen que la prolífera por doquier; la prostitución es una expresión viva de una realidad que se pretende ocultar.