La pesadilla de Europa

Editorial
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El ataque de estilo militar contra el semanario Charlie Hebdo en París dejó en claro que Europa enfrenta una amenaza terrorista en evolución y cada vez más compleja que ya no está dominada sólo por grupos conocidos.
No se trata únicamente de al-Qaida, o del Estado Islámico de Irak y el Levante, ni de los discípulos de algunos guías religiosos incendiarios.

En vez de esto, dicen los expertos de seguridad, se trata de una furia generalizada impulsada por internet contra la sociedad occidental que se siente entre los musulmanes radicalizados y puede explotar en cualquier momento y lugar como la masacre en París, un ataque contra un museo judío en Bélgica o el asesinato de un soldado en las calles de Londres.

Este monstruo parecido a la hidra atormenta a los jefes de seguridad que tienen que enfrentar no sólo a los miembros de al-Qaida que buscan otro ataque como el del 11 de septiembre, sino como en París, con asesinos bien entrenados y armados que se vengaron de lo que percibieron como insultos a su religión asesinando periodistas.

En una inusual aparición pública Andrew Parker, director del servicio doméstico de seguridad en Gran Bretaña, MI5, dijo el jueves que acabar con los ataques terroristas se ha vuelto más difícil pues la amenaza es cada vez menos clara.

Es más complicado para los agentes acabar con los planes de pequeños grupos o "lobos solitarios", que actúan espontáneamente con una planeación mínima pero con efectos mortales, señaló.

"Creemos que desde octubre de 2013 ha habido más de 20 complots terroristas ya sea dirigidos o provocados por grupos extremistas", sostuvo al mencionar ataques mortales en Europa, Canadá y Australia. Parker dijo que los servicios de seguridad han detenido en los últimos meses tres complots terroristas potencialmente letales tan solo en Gran Bretaña.

"El número de complots burdos pero potencialmente mortales ha aumentado", dijo advirtiendo que los planes a pequeña escala realizados por individuos volátiles son en sí "más difíciles de detectar para las agencias de inteligencia".

Los individuos no son parte de redes disciplinadas y sofisticadas además suelen actuar sin aviso, apuntó.
Cerca de 600 británicos han ido a Siria para unirse a los extremistas del país, y la mayoría se han unido al Estado Islámico, según Parker. Unos 550 alemanes han hecho lo mismo y se sabe que 180 han regresado a su país, incluyendo unos 30 radicales que se consideran extremadamente peligrosos, de acuerdo con el ministro alemán del Interior, Thomas de Maiziere.

Cerca de 1200 franceses han ido a Siria, incluyendo unos 400 que siguen en la zona de guerra y 200 que van hacia allá, dijo el mes pasado el ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve.

Parker señaló que se han vuelto intolerantes y han aprendido a matar. Pero agregó que concentrarse sólo en esos individuos no funcionaría, porque al mismo tiempo grupos antagónicos de al-Qaida y el Estado Islámico en Siria intentan orquestar ataques mayores en Gran Bretaña y Europa occidental.

Las sociedades abiertas tienen problemas para protegerse contra el terrorismo, cuyos perpetradores son ayudados por las libertades y la apertura a la que se oponen. Pero en Europa varios factores complican la situación.
El principal es que hay una gran población musulmana en muchos de sus países, el mayor grupo se encuentra en Francia, pero también hay en Bélgica, Suecia, Alemania, Gran Bretaña e incluso en España e Italia. El tamaño de estas comunidades facilita que los radicales se oculten en ellas.

El asunto se complica por el hecho, de que muchos inmigrantes no están bien asimilados en la sociedad occidental. Aunque la mayoría de los inmigrantes respetan la ley y no son hostiles, parece que muchos no han adoptado los valores liberales de occidente, incluyendo la libertad de expresión que puede llegar a la sátira sobre figuras religiosas. Esto crea una atmósfera en la que el radicalismo puede sobrevivir y a veces florecer.

Magnus Ranstorp, especialista en terrorismo del Colegio Nacional Sueco de Defensa, dijo que una nueva generación de jóvenes musulmanes ha crecido en ciudades europeas tras el 11 de septiembre y hasta cierto punto ha adoptado la visión de al-Qaida de que Occidente está en guerra contra el Islam, primero en Afganistán, después en Irak y ahora en Siria.