Reconsiderar la vida conforme la vas viviendo

Editorial
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Los humanos deberíamos reconsiderar más la vida, sobre todo a la hora de escalar por la gran montaña existencial, y ser más libres a la hora de enjuiciar pensamientos. Ciertamente, el mundo arde en mil tragedias, a pesar de que se nos diga que hay menos guerras, pero quizás más violencia y un desbordamiento de inhumanidades como jamás.

Todo parece derrumbarse en esta cumbre de tantos despropósitos y desigualdades, de adversidades para los más indigentes, de reveses para los que menos tienen. Nos movemos en tantas contrariedades que deberíamos reflexionar sobre nuestra propia especie.

Por una parte, estamos en la época de la sabiduría, pero también en un momento de locura, en un tiempo de esperanza y de buenos propósitos, pero hay otros que conviven con la más terrible desesperación. ¿Qué progreso es éste que impulsa, provoca y esparce la falsedad como perspectiva de futuro?.

Realmente, un mundo en el que habita tanta injusticia, tanto sufrimiento de inocentes y tanto cinismo de poder, no puede avanzar hacia horizontes de concordia y alianza. Es así de cruel, pero hay que reconocer, que el ser humano continúa persistiendo bajo este clima de vendavales destructores, y destructivos, con su propia vida.

Si en verdad queremos construir un planeta, que sea casa común de todos los humanos, tenemos que caminar con otro espíritu, gobernarnos de otra manera, sentir de otro modo. No podemos seguir bajo un reino de confusión permanente, de retrocesos continuos, ya no sólo en temas económicos, también de libertades y derechos humanos.

Tenemos que tener el valor de saber construir puentes de diálogo para que no se levanten muros de resentimiento y odio. Esto es vital, hemos de ser humildes y tomar la disposición de abrirnos, sin prejuicio, a todas las culturas.

Debe importarnos mas tanta destrucción para acrecentar los intereses de algunos; así mismo, que el desarme no se vea como un sueño distante, y, en cambio, el ascenso de mentiras se justifique; que las partes contrapuestas no trabajen para que cada ciudadano, cualquiera que sea su etnia o religión, se le considere en la edificación del bien colectivo; en definitiva, que cada ciudadano pueda sentirse realizado en esa nueva reconstrucción de su propio hábitat. Hoy más que nunca debemos vivir en unión y en armonía para que crezca ese vínculo fraterno, con la autenticidad de formar todos parte de un mismo tronco humanitario.

Por desdicha, los resortes de la economía actual nos han deshumanizado, hasta el punto de dejarnos en la cuneta del olvido, de la exclusión, ¿habrá muerte mayor?. Desde luego, es una manera de matar. Hoy, son muchos los que han de luchar hasta lo indecible para poder vivir, para vivir con dignidad.

Indudablemente, tenemos que dejarnos guiar por verdaderos luceros, que den claridad a nuestras acciones. Lo decía aquél célebre escritor francés, Antoine de Saint-Exupery: "Si al franquear una montaña en la dirección de una estrella el viajero se deja absorber demasiado por los problemas de la escalada, se arriesga a olvidar cual es la estrella que lo guía".

En todo caso, cada ser humano está llamado a lo largo de su vida a crecer, a reconsiderar su propia vida. No es de recibo proseguir el camino con la frialdad del corazón y de la mente, olvidándonos de nuestros semejantes, dejándonos devorar por estilos de vida egoístas; no en vano, esta bochornosa desigualdad que se viene acrecentando, es la raíz de todos los males sociales. Al fin y al cabo, todos nos merecemos nuevas oportunidades para poder vivir dignamente. ¿Qué menos?.

En este sentido, impulsar un proyecto de cooperación iberoamericana sustentado en el diálogo, la solidaridad y la adopción de acciones concertadas me perece, no sólo una buena idea, sino una necesaria hazaña.

Utilizar las afinidades históricas y culturales como un instrumento de unidad y desarrollo, aparte de ser un feliz acercamiento, contribuye a afianzar lazos de entendimiento lo que da a entender que, antes o después, nos comprenderemos. Las posibilidades son inmensas, es cuestión de madurar el modo y la manera de conjugarlas armónicamente.