No nos dejemos robar

Editorial
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Mientras el país se viene concentrando hace tiempo en unos cuantos temas, otros vivos se están aprovechando de esta invisibilidad de sus fechoría, y nosotros olímpicamente nos estamos dejando robar. Como para variar, el botón de muestra es hoy la Región Caribe. "Más de 665.940 millones de pesos están perdidos en obras inconclusas en siete departamentos de la Costa," denuncia en su edición dominical El Heraldo de Barranquilla.
Abandonados, sin terminar, se encuentra "un parque en Cartagena y otro en Santa Marta, una terminal de transporte en Sahagún, Córdoba; un puente en San Marcos, Sucre; una represa en La Guajira y hasta una unidad oncológica y un centro comercial en Valledupar, " continúa la noticia. Y como para completar se reconoce que las investigaciones sobre estos horrores, no progresan y nadie sabe ni conoce los culpables.
Es muy fácil si hubiese voluntad de destapar estas estafas pero con una altísima probabilidad, detrás están muchos de los gamonales políticos, avalados por sus respectivos partidos, que hacen y deshacen en las regiones y nadie dice nada. Es más, muchos de estos dueños, tienen sus cuotas políticas en los entes de control lo que les asegura que nada ni nadie se atrevería a investigarlos. Es hora de acabar con estas muestras de desgobierno de este país para no mencionar el manejo corrupto de administraciones nacionales y regionales.
Ahora que se supone se abre una ventana de oportunidad para replantear el manejo de este país, porque se cree que vamos a contribuir a una etapa distinta, es hora de que la ciudadanía deje de hacerse la de la vista gorda y actúe. No más cuotas políticas en la Procuraduría, la Fiscalía y la Contraloría. No más elecciones de estos funcionarios que las dirigen en el Congreso de la República, mientras tengamos senadores como los que sabemos. Los buenos y pulcros que por fortuna los hay, fuera de hacer bulla que sin duda ayuda, es poco lo que al final pueden hacer frente a la aplanadora de quienes abusan de sus posiciones. Pero todos y cada uno de los ciudadanos tenemos nuestra cuota de responsabilidad. Volvemos y elegimos a los mismos, ignoramos sus pecados, y dejamos que manejen este país. Por comodidad, por no entender lo que significa ser verdaderamente un ciudadano o ciudadana, dejamos que se incrusten estos seres corruptos que desde distintas orillas estafan al país. Sinceramente estamos llegando a límites en nuestra paciencia al ver cómo se asignan los recursos públicos. Cómo el sector privado abusa de la población. Cómo las voces que cuentan son las de siempre y las otras carecen de posibilidades de ser escuchadas.
Las próximas elecciones deberían ser el primer paso con el que la ciudadanía correcta, que es la mayoría, no se deje meter gato por libre en las votaciones para Alcaldes, Gobernadores y en general de autoridades locales. Sino reaccionamos ya después no nos quejemos. Y esto es válido para los 48 millones de colombianos incluyendo a los medios que hoy denuncian.
Tenemos y debemos pagar impuestos, sin duda. Pero lo que los corruptos deben entender es que no pueden seguir robándose la plata de nuestros impuestos y el gobierno, o hace lo propio o no habrá forma de conseguir recursos para el posconflicto. Ya se saben quiénes son; cómo actúan, quienes avalan esta corrupción. Nunca como ahora la justicia y el Estado tendrán la oportunidad de empezar a sanear esta sociedad colombiana.