Vacío de poder

Editorial
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El anuncio de Evo Morales de dejar la Presidencia de Bolivia, según él para frenar las violentas protestas tras las elecciones del 20 de octubre, está lejos de ser la solución a la crisis en el país, que ahora se encuentra ante un vacío de poder y denuncias de un presunto golpe de Estado.

El 20 de octubre de este año se celebraron elecciones presidenciales que tenían como principales candidatos al presidente Evo Morales y al exmandatario y opositor Carlos Mesa. Dichas elecciones fueron cuestionadas desde el momento de su convocatoria por el rechazo en distintos sectores políticos y sociales a que Evo Morales presentara su candidatura para un cuarto mandato. Ese malestar surgió tras el referendo del 21 de febrero de 2016, cuando más de la mitad del país votó en contra de una posible nueva reelección de Evo Morales. Sin embargo, el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo Electoral dieron el aval a la candidatura del líder indígena. Morales resultó reelegido en unos comicios tachados de fraudulentos, que desataron una ola de protestas con tres muertos y más de 300 heridos.

Tras las presiones en el país, el Gobierno pidió a la Organización de Estados Americanos, OEA, una auditoría a las elecciones. En su informe, la OEA señaló que detectó irregularidades “muy graves” como “una clara manipulación” en la transmisión de datos. Sin citar el informe, Morales anunció nuevas elecciones con un nuevo órgano electoral.

Desde el viernes pasado varios policías se sublevaron en varias ciudades del país en solidaridad con el pueblo boliviano, lo que agudizó la crisis en los más de 13 años de Gobierno de Morales. El domingo en la tarde, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Williams Kaliman, y el comandante de la Policía Boliviana, Yuri Calderón, leyeron por separado sendos comunicados, sugiriendo el primero y pidiendo el segundo la renuncia de Morales.

Además, la Policía negó que existiera una orden de detención en contra del presidente renunciante y aclaró que es la Fiscalía y no la Policía la entidad que emite las órdenes de aprehensión. La Policía ha tenido un papel fundamental en esta crisis, por sus acciones pacíficas y junto a las Fuerzas Armadas no han expresado ningún interés en el poder, ni estar de parte de alguno de las fuerzas políticas. A la dimisión del mandatario se sumó una cadena de renuncias de legisladores, ministros y autoridades regionales del partido oficialista Mas

El artículo 169 de la nueva Constitución boliviana establece la línea de sucesión en caso de la renuncia del presidente, vicepresidente, del presidente del Senado hasta el de la Cámara baja y en este último caso, se convocarán nuevas elecciones en el plazo máximo de noventa días.

Desde el referendo de 2016 la oposición ha considerado que la candidatura era ilegal, pese a las sentencias del Constitucional y del Tribunal Electoral, sin embargo, participaron en las elecciones del 20 de octubre, las que además criticaron desde su convocatoria. Tras darse a conocer los resultados de las elecciones, la oposición, desde distintos sectores, denunció un fraude y exigió la celebración de nuevos comicios y la renuncia del presidente Morales.

El expresidente Carlos Mesa llamó al Más a facilitar la sucesión a Evo Morales, planteó que ellos podrían nombrar un nuevo presidente del Senado que de forma interina ejerza la jefatura de Estado y fue enfático en que no hay un golpe de Estado. El líder cívico Luis Fernando Camacho pidió la renuncia de todas las altas autoridades para dar paso a un Gobierno transitorio conformado por “notables” que llamen a nuevas elecciones.

Muchos consideran que no es correcto hablar de un golpe de Estado civil o militar, la coyuntura actual es muy distinta a cuando en 2003 Gonzalo Sánchez de Lozada y en 2005 Carlos Mesa renunciaron ante el Legislativo a su cargo de presidente asediados por protestas. Consideran que existe un vacío de poder porque hasta el momento nadie se ha tomado por la fuerza el Ejecutivo; la Policía y las Fuerzas Armadas por el momento están al margen de las decisiones políticas que se tomen a la crisis.