El problema no es el petróleo, es la corrupción

Editorial
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Las regiones beneficiadas con las regalías han sido históricamente víctimas de la corrupción. Son innumerables los casos de malversación de fondos, obras inoficiosas y despilfarros de recursos. Consecuencia de esto, es que las comunidades se oponen tantas veces a los proyectos de la industria extractiva.

 Los fondos de regalías generados por la producción de hidrocarburos, tienen que ser una fuente de recursos para garantizar el desarrollo sostenible de las comunidades, orientado hacia el fomento de proyectos en ciencia y tecnología.

 A la posibilidad de enfrentar la pérdida de la autosuficiencia energética en Colombia, si no se aprueban iniciativas de exploración como la de los yacimientos no convencionales, debe mirarse seriamente cuál es el destino que se dará a los recursos que se generan actualmente de la renta petrolera.

 Un uso responsable de los recursos de las regalías debe promover proyectos alternativos de transformación de materia prima y la destinación de un porcentaje al ahorro, para atender los proyectos productivos que se generen en los tiempos en donde los niveles de producción sean mínimos o por precios del crudo muy bajos.

 El Proyecto de Acto Legislativo, que busca modificar el actual Sistema General de Regalías (SGR), el cual sigue su curso en el Congreso de la República, hasta el momento tiene planteado en el texto disponer para las regiones productoras el 25% y 5% adicional para municipios productores del total de regalías.

 Para ciencia y tecnología el actual SGR contempla 9.5%, pero si es aprobado el que cursa trámite se incrementaría al 10%. Lo vital está en el porcentaje a recibir, diferenciado con el Sistema vigente que aplica el concepto de la “mermelada para toda la tostada”, que tantos inconvenientes provocó por el descontento de las comunidades de las regiones productoras.

 A la situación del SGR actual se suma como lo dijo la ministra de Minas y Energía, María Fernanda Suárez que “el Estado ha sido incapaz de trasladar las regalías en un desarrollo real para las regiones”, porque, aunque sí se generan las regalías provenientes de la producción, las comunidades no ven los beneficios generados por las actividades de la industria extractiva en sus territorios.

 La culpa no es de las empresas productoras que sí pagan las regalías, sino de los gobiernos de turno que no les han respondido a sus comunidades. Entonces, el problema no es la industria de los hidrocarburos, el verdadero flagelo es la corrupción rampante que azota a todo nivel.

 Es necesario que la institucionalidad se fortalezca en torno al manejo transparente de las regalías. No es posible que un departamento como la Guajira, poseedor de grandes recursos como carbón y gas, haya tenido el último puesto en ejecución de proyectos con regalías de acuerdo al Índice de Gestión de Proyectos. La Calificación de La Guajira fue de 47 catalogada en el rango de insuficiente para el año 2018.

 ¿A qué se debe esto? Seguramente obedece a la debilidad en las instituciones administrativas para controlar, gestionar, aprobar y ejecutar los proyectos, pero indudablemente esta falencia es aprovechada por corruptos que rondan en todo el aparato ejecutor de los recursos.

 En Acipet consideramos que el fortalecimiento de la capacidad institucional, y la sinergia a través del diálogo transparente y reglas de juego claras entre el Gobierno, las comunidades y la industria permitirá que se genere el blindaje requerido, para que los tentáculos de la corrupción y la ineficiencia sean combatidos para beneficio de todos los actores de este importante sector de la economía y del país en general.