Las amenazas al Estado de derecho

Editorial
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Después de todo el revuelo que creó la renuncia del exfiscal Néstor Humberto Martínez, quien se declaró frustrado por la decisión de la Justicia Especial para la Paz, JEP, de denegar la extradición del exjefe de las Farc, ‘Jesús Santrich’, que motivó su renuncia, quedó en los colombianos la sensación que el verdadero protagonista paso a segundo plano con la renuncia de Martínez.

Si Martínez pensó que con su renuncia la JEP iba a rectificar su decisión en aras de la legalidad, se equivocó, por lo contrario, le dio más poder al tribunal con su caída y permitió que el narcotraficante y asesino Seuxis Paucias Hernández Solarte (Santrich) se fortaleciera. Y como solo pasa en estos casos tan especiales y en nuestro país, terminará siendo inocente y los colombianos respondiendo económicamente por los daños causados a este personaje que sembró muerte y terror en los años más oscuros de este país.

La JEP hizo lo que ya sabían los colombianos que iba a suceder y así será con todas los jefes de las Farc. Para eso se creó esa justicia, para que los asesinos y bandidos salieran libres y no pagaran ni un solo día de cárcel. Solo hubo justicia y reparación para ellos, pero no para las víctimas, y lo peor, consideró que las pruebas aportadas no podían evaluar la conducta atribuida a Santrich ni tampoco determinar la fecha precisa de su realización, consideración que queda descartadas con las pruebas aportadas por la Fiscalía y el gobierno de los Estados Unidos.

La renuncia de Martínez, según él, fue un tema de coherencia ya que no podía refrendar una decisión que desafió las pruebas, y que confrontaba abiertamente la Constitución política colombiana; en otras palabras, la JEP es una rueda suelta, peligrosa y sin norte; no respeta las leyes y la Constitución colombiana haciendo sus propias leyes que seguramente serán válidas para los próximos guerrilleros que sean juzgados y resultaran inocentes como ‘Santrich’. Tremendo peligro el que correr el Estado de Derecho y la democracia.

Todo esto no hubiera sucedido si se hubiera respetado la voluntad del pueblo que dijo No al proceso de paz y a todas las leyes que han nacido y creado para beneficiar a los guerrilleros, que después de haber pasado por la JEP, quedaran impolutos y virtuosos ante los colombianos.

La esperanza de este Estado de Derecho y la democracia reside en el presidente Iván Duque Márquez, quien a pesar de respetar la separación de poderes, al referirse a la JEP al denegar la extradición a EE.UU. por narcotráfico del exlíder de las Farc ‘Jesús Santrich’, dijo que este caso no está cerrado.

Ahora, esa indignación que tiene la mayoría de nacionales por la decisión de la JEP, debe ser tenida en cuenta para el Ejecutivo para enmendar el tremendo error y utilizar todas las herramientas a su disposición para que no haya impunidad.

Otro salida que queda en el camino, es la decisión acertada del Procurador, Fernando Carrillo, quien apelará la sentencia del tribunal transicional porque considera que la Corte Suprema de Justicia debe continuar con la investigación, pues los hechos de los que se acusa a Santrich ocurrieron tras la firma del acuerdo de paz; eso es una realidad irrefutable, confirmada por unas pruebas contundentes y fehacientes, que la JEP, desestimó.

Razón tuvo el presidente Duque, cuando actuando con la Constitución en la mano y en defensa de la legalidad y del Estado de Derecho, y para el fortalecimiento de la cooperación judicial internacional, objetó algunas de las razones de funcionamiento y aplicación de las JEP; dos de las seis objeciones “por inconveniencia” que hizo en marzo pasado a la Ley Estatutaria de la JEP, buscaban evitar este tipo de desenlaces que hoy indignan a los colombianos.

No es hora de arrepentirse, hay que seguir adelante, buscar caminos que nos lleven a la genuina verdad, la genuina justicia, la genuina reparación y la genuina garantía de no repetición de que las víctimas quedaran en riesgo en caso de tolerar la reincidencia criminal.

La Justicia debe estar siempre, al servicio de las víctimas y no de los victimarios. Mientras el país sigue mirando con expectativas la elección del nuevo Fiscal, en ningún momento debe dejar de mirar el caso ‘Santrich’, que seguramente dará sorpresas en el futuro. Dios no lo quiera.