Signos de desaceleración

Editorial
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La economía española ha comenzado a desacelerarse levemente en el segundo trimestre del año, cuando registró un crecimiento del 0,6 % del PIB, debido principalmente a la ralentización de las exportaciones y del turismo y a una mayor debilidad del consumo privado y la inversión empresarial.

El dato registrado por el Instituto Nacional de Estadística, Ine, el avance más débil desde 2014, supone un recorte de una décima en relación al crecimiento del país registrado en los dos trimestres anteriores, cuando subía un 0,7 %.

Esta tendencia negativa parece persistir, aunque se pronostica la misma cifra para los dos últimos trimestres del año. De cumplirse estas estimaciones, la economía acabaría el año con un incremento del 2,6 %, una décima por debajo de la previsión del Gobierno y cuatro décimas respecto a 2017, cuando el PIB avanzaba al 3 %.

Los indicadores adelantados de la Ocde alertan de que la ralentización podría ser más rápida de lo esperado y el crecimiento podría descender hasta el 2,5 %. La coyuntura actual, que refleja un cambio de fase del ciclo económico, responde tanto a señales internas como internacionales.

Por una parte han desaparecido algunos vientos de cola que impulsaron el Pib durante los últimos años: los precios bajos del petróleo, la llegada masiva de turistas prestados por destinos inestables y la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo.

Pero la situación podría agravarse con el anunciado incremento de los tipos de interés, la escalada de medidas proteccionistas de Estados Unidos, el reto del Brexit (salida del Reino Unido de la Unión Europea ) y las inversiones de la banca en divisas extranjeras problemáticas, como la lira turca. Estas amenazas latentes están afectando a todos los indicadores de la economía española, en los que ya se observa un menor dinamismo.

La demanda interna, soporte principal de la actividad, afronta los riesgos del impacto del alza del precio del petróleo y la anunciada subida de tipos de interés. El previsible incremento del euribor, que elevará los gastos hipotecarios, y la subida del precio de la factura de la electricidad, reducirán el poder adquisitivo a los consumidores. En este sentido, el consumo de los hogares ha experimentado un retroceso de un 2,2 % en 2017, frente al 3,5 % del año anterior.

El sector turístico, uno de los motores de la economía, registra una tendencia al estancamiento en las tasas de crecimiento de visitantes extranjeros, debido a la recuperación de países competidores de la cuenca Mediterránea, como Egipto o Turquía. La caída interanual del 4,9 % en la llegada de turistas extranjeros en julio de este año supone el mayor descenso en ocho años.

El sector exportador, cuyas ventas apenas se ha incrementado un 3,1 % en el primer semestre del año, es uno de los más perjudicados por la inestabilidad de los mercados exteriores. La ralentización de la economía europea, las consecuencias de un Brexit duro y el impacto de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, que debilita el volumen de intercambios internacionales, podrían seguir mermando el crecimiento de las exportaciones españolas.

La deuda pública, uno de los principales indicadores para medir la salud financiera, marcó en verano un nuevo récord histórico al dispararse hasta los 1,16 billones de euros, casi el 100 % del PIB. Tendrá que convivir con el fin de la compra de bonos del BCE proyectado para el final de este año, con el consiguiente encarecimiento de la financiación de la misma, apoyada hasta ahora por la rebaja del coste de los intereses.

Desde el punto de vista de la inversión, el escenario también es incierto, debido a los riesgos derivados de un eventual repunte del conflicto político en Cataluña y de la debilidad del Ejecutivo y la fragmentación parlamentaria, que dificultan el proceso de reducción del déficit público y la adopción de reformas.
Otros aspectos negativos se manifiestan en el mercado laboral, con el mayor aumento del paro en agosto desde 2011 y el mayor descenso de afiliados a la Seguridad Social desde 2008. Aunque el empleo aumentó, en términos interanuales, a un ritmo del 2,5 %, una décima menos que en el primer trimestre.


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