Detenidos como moneda de cambio

Editorial
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Corea del Norte mantiene detenidos a tres ciudadanos estadounidenses, que podrían usarse como moneda de cambio de cara a la cumbre del líder norcoreano Kim Jong-un y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. En días pasados, en Estocolmo, se reunieron el ministro de Asuntos Exteriores de Pyongyang, Ri Yong-ho, con su homóloga sueca, Margot Wallstrom, lo que apunta a esa posibilidad ya que el país nórdico ha mediado en casos anteriores.


A esto se suma el que el antiguo encargado de Estados Unidos para las negociaciones nucleares con Corea del Norte, Joseph Yun, reveló que instó a los delegados de Pyongyang en Naciones Unidas a liberar a los detenidos, al entender que daría un mensaje muy positivo en este momento. Vale la pena recordar que la semana pasada Trump aceptó la oferta del líder norcoreano para reunirse en mayo y tratar la posible desnuclearización del régimen.

Pese a lo histórico de la cita, la Casa Blanca ha avisado de que su postura de firmeza con Corea del Norte no ha cambiado mientras que el régimen ha mantenido silencio desde el anuncio, lo que plantea dudas sobre los resultados que arrojaría la cumbre.

Suecia ha sido el canal de comunicación empleado frecuentemente por Estados Unidos y Corea del Norte, que no mantienen oficialmente relaciones diplomáticas, ya que su embajada en Pyongyang alberga la sección de intereses estadounidense en suelo norcoreano. La legación sueca ha sido la encargada de solicitar y realizar visitas consulares a presos estadounidenses en Corea del Norte, y jugó un papel en la repatriación el año pasado de Otto Warmbier, el estadounidense que entró en coma y falleció tras pasar más de un año detenido en el país asiático.

Actualmente tres ciudadanos con pasaporte estadounidense, los tres son nacidos en Corea del Sur y nacionalizados posteriormente, permanecen detenidos en Corea del Norte. El que lleva más tiempo lleva preso es Kim Dong-chul, de 64 años, arrestado en octubre de 2015 y condenado después a 10 años de trabajos forzados por haber organizado un plan de espionaje y subversivo para derrocar el sistema social del régimen.

Kim, empresario con negocios transfronterizos entre China y Corea del Norte, habló en una rueda de prensa sin preguntas en Pyongyang al año siguiente y en la comparecencia pidió perdón por tratar de robar secretos militares en colaboración con Corea del Sur.

Seúl negó cualquier participación y consideró que se trató de una confesión forzada por el régimen. Los otros dos, detenidos en la primavera de 2017, son Kim Sang-duk, también conocido como Tony Kim y Kim Hak-song. Se trata de dos profesores de unos 60 años de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Pyongyang, Pust, la única privada y con financiación extranjera del país.

Hasta el momento los medios norcoreanos les han atribuido actos hostiles contra el régimen sin ofrecer más detalles y ningún tribunal del país asiático se ha pronunciado hasta el momento.


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