Acceso al mercado y apoyo institucional

Editorial
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger


El cronómetro corre en contra cada vez que ciertos alimentos frescos como las verduras intentan llegar a las mesas de todo el mundo, un comercio global pequeño pero con potencial a medida que mejoran las infraestructuras y crece la demanda. Su corto ciclo de vida antes de echarse a perder hace que esos productos se vendan sobre todo a nivel local. A veces ni eso. La ingesta de frutas y verduras per cápita está muy por debajo de los 400 gramos diarios recomendados, en algunos sitios entre un 20 y un 50 % menos de lo debido.

Las malas dietas en los países ricos, junto con la pobreza y la inseguridad alimentaria en los menos desarrollados, impiden aumentar un consumo que ayudaría a reducir el riesgo de enfermedades crónicas y salvar hasta 2,7 millones de vidas al año. Además de la demanda, influye la capacidad de los productores para extender la vida útil de ese tipo de productos perecederos y facilitar su envasado, transporte y comercialización.

Las mejoras tecnológicas y la apertura de los mercados han contribuido al aumento de los intercambios globales, aunque por el momento solo un 5 % de las verduras y hortalizas que se cultivan acaban en el comercio internacional; un 70 % de esos alimentos se venden frescos, un mercado en auge sobre todo fuera de Estados Unidos y la Unión Europea. Para mantener sus propiedades más allá del ciclo natural existen distintas técnicas de procesamiento, si bien algunos productos elaborados como los enlatados ya no se consumen tanto como hace una década.

Un acceso fácil a los mercados es lo que piden países exportadores de verduras y hortalizas como México, enfocado al espacio norteamericano, España u Holanda dentro de la Unión Europea; pese a su eficiencia, estos alimentos pueden aumentar mucho más sus ventas en el extranjero frente a la competencia de los agricultores locales y los recursos limitados. La oportunidad está más en aumentar los ingresos con la exportación de productos de más valor en lugar de buscar más volumen. América del Norte, Europa occidental y Japón son los principales destinos; mientras que la India, China, Emiratos y hasta Rusia están aumentando sus importaciones, aunque más a nivel regional.

En ese contexto, los países en desarrollo siguen teniendo dificultades para entrar en las cadenas de valor mundiales, entre otras cosas por las deficientes infraestructuras y la falta de tecnología; se considera primordial reforzar las capacidades de los pequeños productores para adaptarse a los estándares y las reglas fitosanitarias, así como integrarlos en cooperativas y economías de escala junto a la gran distribución con el fin de mejorar su eficiencia. Un reto adicional en el sector hortofrutícola, en el que el 45 % de toda la producción anual se pierde o se desperdicia, el equivalente a 3,7 billones de manzanas.

La sostenibilidad empieza con el productor, al que recomienda diversificar sus productos con vistas a evitar los numerosos choques internos y externos, incluidos los del clima, que sufren los países pobres. No solo se necesita acceso al mercado e información, sino también apoyo institucional, técnico y financiero con el que lograr una producción de calidad que le reporte ingresos.



Más Noticias de esta sección