Una violencia de silencio y desolación

Editorial
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Un total de 15.076 personas fueron víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado colombiano entre 1958 y 2017, según un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, el primero sobre violencia sexual de ámbito nacional que abarca las más de cinco décadas de conflicto y que constata que el 91,6 % de las 15.076 víctimas fueron mujeres.

Los grupos alzados en armas son los principales responsables de los actos de violencia sexual con 4.837 casos, que representan el 32,2 % del total, inmediatamente seguido por las bandas de criminales, que acumulan 4.722 ataques, un 31,5 % del total.

Los datos recopilados podrían no ser definitivos porque el actual panorama de las cifras de violencia sexual en el conflicto armado colombiano aún están permeadas por silencios y dificultades técnicas.

La violencia sexual fue ejercida de manera ininterrumpida durante todo el conflicto armado, pero hay dos momentos críticos en los que esta aumentó. Entre 1997 y 2005, se dieron más de la mitad de los casos, un total de 8.242, con un pico de casi 1.400 ataques sólo en 2002.

Ese período coincide con la expansión parcial de los paramilitares y el fortalecimiento de la guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc. Así mismo, entre 2006 y 2017 se produjeron 4.157 actos de violencia sexual, cuando la guerrilla Ejército de Liberación Nacional, Eln, tomó fuerza.

La violencia sexual se perpetró especialmente a lo largo de toda la región andina y en las costas: el departamento de Antioquia es la región con más casos, 2.800; seguido por el Magdalena, 1.741 casos, la región pacífica de Nariño, 985 casos y el departamento de Bolívar con 912 casos, en el Norte de nuestro país.
Las mujeres entre 15 y 19 años son las más afectadas y las de etnia afrocolombiana sufrieron el 8,3 % de los actos violentos, una carga desproporcionada sobre las personas negras. La publicación recopila como actos de violencia sexual las violaciones, la prostitución forzada, imposición de desnudez, acoso sexual, mutilaciones de órganos sexuales, embarazos forzados, acoso sexual y esterilizaciones obligadas, entre otros; el acto violento más repetido son las violaciones, mayoritariamente perpetradas sobre mujeres.

Las conclusiones llaman a que todos los grupos armados, legales e ilegales, reconozcan la ocurrencia de la violencia sexual y realicen actos de perdón a las víctimas.

El informe insiste particularmente a las Farc para el reconocimiento de los hechos de violencia sexual de los cuales son responsables, como parte de las medidas de reparación y voluntad de paz que el actual proceso demanda. Soportar violaciones y toda suerte de abusos sexuales por parte de sus compañeros fue una tarea más para miles de guerrilleras de las Farc, situación que se conocía desde y que se confirmó con el proceso de paz, en donde se ha tratado de llamar la atención sobre el flagelo oculto que padecían las guerrilleras, que por su condición de integrantes del grupo armado no son consideradas víctimas. No se sabe cómo se considerarían. La agresión más terrible fue con las niñas reclutadas desde los 12 años que al ingresar son obligadas a usar anticonceptivos básicamente porque desde ese momento son utilizadas sexualmente por el grupo y de ahí parte toda clase de abusos contra los adolescentes que utilizaron en la guerra.

Lo más triste es que las mujeres cargan en sus cuerpos la memoria atroz de una violencia que ha dejado silencio y desolación.


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