Diálogo obligado por el bien común

Editorial
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Los canales comunicativos y la socialización de los temas, son el mejor camino para solucionar conflictos  de toda índole, sobre todos aquellos que requieren mucha diplomacia para poder llegar a soluciones en donde todos queden conformes. Ahora, tras seis años de una abierta confrontación que derivó en juicios internacionales, Bolivia y Chile volvieron a sentarse en una mesa de negociación el martes para abordar problemas fronterizos que han complicado la ya tensa relación entre ambos vecinos.


Las relaciones Bolivia-Chile se refieren a las relaciones entre la República de Chile y el Estado Plurinacional de Bolivia. Estos dos países de Sudamérica han tenido relaciones estiradas después de la independencia a principios del siglo XIX, debido a la disputa del Corredor de Atacama. Las relaciones se tornaron agrias después de que Bolivia perdió su costa a favor de Chile, a finales del siglo XIX, durante la Guerra del Pacífico, convirtiéndose en un país sin salida al mar. Sin embargo, Bolivia todavía reclama una salida soberana al Océano Pacífico. En la actualidad ambos países comparten una frontera de 942 kilómetros de extensión.

La disputa por el corredor de Atacama fue un diferendo sobre los límites entre la República de Chile y la República de Bolivia durante el siglo XIX, tras la independencia de ambos estados de la Corona española. El nombre proviene del área en la cual se encuentra ubicado el territorio en disputa. El diferendo se refería a la soberanía sobre el denominado «corredor de Atacama», una parte del desierto de Atacama, junto al océano Pacífico.

Chile y Bolivia han mantenido relaciones solamente consulares desde 1978, cuando fracasaron las negociaciones territoriales que buscaban una solución a la mediterraneidad boliviana. Con la presidencia de Michelle Bachelet en Chile, las relaciones mejoraron; sin embargo, en 2012 la disputa territorial se tornó más grave y el presidente Evo Morales demandó a Chile ante la Corte Internacional de Justicia en 2013, iniciando un nuevo proceso de tensión entre ambos países.

‘Mar para Bolivia’ es la frase que une a todos los bolivianos y recoge la solidaridad de los ciudadanos del mundo por la causa marítima boliviana de reivindicar una salida libre y soberana al océano Pacífico y también hace referencia al hecho de que dicha nación se encuentra «rodeada por tierra», es decir, que no tiene una salida al mar. De esa forma, alude específicamente a la situación como Estado sin litoral, devenido en un reclamo de acceso al océano Pacífico de parte del Estado Plurinacional de Bolivia, y entendido como un asunto de índole diplomática y fronteriza, que pretende involucrar a la República de Chile y, finalmente, a la República del Perú, por razones históricas y jurídicas.

Después de muchos años de mantener relaciones  casi que distantes, estos vecinos ahora comienzan una nueva oportunidad de diálogo que busca beneficiar a las dos nacionales. No obstante, la reunión del Comité de Frontera en la ciudad de Santa Cruz, en el oriente boliviano, se ha visto enturbiada por declaraciones en su país del canciller chileno Heraldo Muñoz, quien vinculó a militares bolivianos en el tráfico de autos robados, acusación que el ministro de Defensa boliviano, Reymi Ferreira calificó de temeraria. La reunión estaba presidida por directores de ambas cancillerías con la participación de una veintena de funcionarios y se realizaba a puerta cerrada en un hotel de aquella capital. No hubo declaraciones a la prensa al iniciar el encuentro. El punto central sería aprobar un protocolo de incidentes fronterizos, dijo el canciller boliviano Fernando Huanacuni antes de la reunión.

En marzo pasado, Chile detuvo a dos militares y siete funcionarios aduaneros en la frontera y les abrió causa penal por robo y portación de armas. Las autoridades bolivianas alegaron que los funcionarios repelían a contrabandistas, pero el incidente elevó la tensión.

Bolivia y Chile se enfrentaron en una guerra entre 1879 y 1883 en la que los bolivianos perdieron su litoral. En 2013, el gobierno de Evo Morales demandó a Chile ante la Corte Internacional de Justicia para obligar a Santiago a negociar una salida al mar para Bolivia. Chile a su vez demandó por aguas fronterizas en disputa. Ese tribunal todavía analiza ambas demandas.

Los dos países comparten una frontera de 850 kilómetros en la despoblada y fría puna altiplánica por donde se trafica cocaína, contrabando y autos robados, según han informado autoridades de los dos países, crímenes que se pueden acabar cuando las dos naciones tomen las riendas de las frontera y actúen en conjunto en la lucha contra las contravenciones de ley.


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