Sigue la tormenta

Editorial
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Sigue la tormenta al interior del gobierno británico;  las dudas  y los pasos a seguir para salir definitivamente de la Unión Europea generan conflictos y fricciones. La primer ministro británica Theresa May trata de disciplinar a su fragmentado gabinete, luego que el revés de la elección del mes pasado socavara su liderazgo.


En los últimos días, los medios han publicado una serie de historias que hablan mal sobre varios funcionarios del gobierno, mientras que los ministros que esperan reemplazar a May tratan de posicionarse. Algunas de estas historias son sobre presuntas filtraciones de discusiones del gabinete, que se supone que deben de ser privadas y lo más delicado es que existe la necesidad de mostrar fortaleza y unidad como país, y eso comienza en la mesa del gabinete.

May pidió una elección anticipada con la esperanza de aumentar su mayoría en el Parlamento y reforzar su poder en las negociaciones sobre la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. Pero los votantes eliminaron la mayoría conservadora y dejaron a May debilitada en un momento en el que su partido y el país están divididos sobre la mejor manera de negociar el Brexit. May ha advertido a los legisladores conservadores que sacarla de su puesto podría conllevar a una elección que podría terminar en la victoria del Partido Laborista.

La salida del Reino Unido de la Unión Europea, es un proceso político en curso que persigue el abandono del Reino Unidode la Unión Europea. Esta era una meta política perseguida por determinados partidos políticos, grupos civiles y personas del Reino Unido desde 1973. Salir de la Unión Europea es un derecho de los Estados miembros reconocido por el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea.

Ya en 1975 se había celebrado un primer referéndum sobre la permanencia del paísen la Comunidad Económica Europea, precursora de la UE, con resultado favorable a la permanencia. En 2016 se produjo un segundo referéndum sobre la pertenencia, que se celebró el jueves 23 de junio, que arrojó un resultado favorable a la salida de la Unión Europea con casi un 52 % de los votos, frente a un 48 % que abogó por la permanencia.3

El resultado no fue uniforme en todo el Reino Unido, votándose a favor de la salida en Inglaterra y Gales, mientras que Escocia, Irlanda del Norte y el territorio de Gibraltar votaron por la permanencia. El gran peso demográfico de Inglaterra y la alta participación en esta nación resultaron decisivos para inclinar la balanza a favor de la salida. En este sentido, algunos analistas señalan la posibilidad de una ruptura del propio Reino Unido, ya que podría traer de vuelta una frontera terrestre a la isla de Irlanda y Escocia votó por permanecer en el Reino Unido en el referéndum celebrado dos años antes bajo la promesa de permanecer en la Unión Europea. Entre las consecuencias inmediatas que se produjeron se encontraba el anuncio del entonces primer ministro británico, David Cameron, quien estuvo a favor de la permanencia del Reino Unido en la Unión, de dimitir antes del siguiente congreso nacional del Partido Conservador, previsto para el 2 de octubre de 2016. La elección del próximo líder “tory” estaba programada para dicho congreso, y se habría disputado entre Theresa May y Andrea Leadsom, quienes resultaron ganadoras de la votación entre los parlamentarios del Partido Conservador. Tras la retirada de Leadsom, Theresa May fue proclamada como sucesora de Cameron directamente, sin primarias, y asumió el encargo de formar Gobierno el 13 de julio.

Por otra parte, el resultado del referéndum no era vinculante, ya que para iniciar el proceso de salida de la Unión Europea, el Parlamento del Reino Unido tenía que derogar una serie de leyes, y la Cámara de los Comunes podía echar abajo cualquier iniciativa en este sentido.8

Finalmente, el 29 de marzo de 2017 tras conseguir la aprobación del parlamento británico, el Reino Unido comunicó al presidente del Consejo de la Unión Europea su intención de abandonar la Unión Europea, tal como establece el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea. Esta comunicación dio inicio al proceso de salida, que según establece el tratado, tendrá una duración inicial de 2 años, prorrogable por acuerdo unánime de los Estados miembro.