El ‘cartel’ de las tapas de registro

Editorial
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Lo que denunció ayer EL INFORMADOR ayer en su página primera es una denuncia grave que deben tener en cuenta las autoridades respectivas como la Alcaldía, Policía, Secretaria de Gobierno, Essmar  y la misma oficina de apoyo a personas consumidoras de drogas, que al final son los que cometen el delito de robar las tapas y  venderlas para después consumir ese producto afectando seriamente sus vidas.


Las tapas de los registros sanitarios, varillas o cobre, son plata en efectivo día y noche, sobre todo para los habitantes de calle, que ven una solución a su necesidad de drogarse y lo más rápido y expedito es robarse estas tapas, que  en su mayoría han sido robadas, dejando también huecos peligrosos para la comunidad. En varias ocasiones este medio de comunicación ha dado   a conocer los puntos donde hacen  falta las cubiertas de los registros sanitarios, que se han convertido en una trampa mortal tanto para peatones como para conductores de vehículos, denuncia  que poco ha sido oída y solucionada por las instituciones y autoridades  correspondientes.

En nuestro reportaje de ayer, volvimos a denunciar los lugares donde, según informaciones de la propia comunidad, se comercializa la materia prima de la que están hechas las tapas de alcantarillas: el hierro, que después de fundido y revuelto con otros materiales sirven como droga alucinante que es consumida por enfermos y dependientes de este terrible mal. De igual forma volvimos a insistir en que el Mercado Público de Santa Marta, solo en la calle 9, hay alrededor de unos siete lugares conocidos como “chiveras” donde los recicladores acuden para vender el material reutilizable recolectado, pero donde además se comercializan materiales como hierro y cobre. ¿A dónde van a parar estos materiales? ¿Quién debe hacer el control de esos materiales y su posterior manejo? Deben responder las autoridades respectivas.

El robo de las tapas de registros es uno de los métodos más usuales de habitantes de la calle para conseguir dinero en efectivo de forma rápida, además de la venta de varillas. Poco a poco, estas personas que atentan contra la infraestructura de servicios públicos y están convirtiendo a Santa Marta en una trampa gigante; aunque todavía no se conoce  cifra de víctimas afectadas por los huecos que quedan abiertos, esto no deja de ser un peligro para sociedad. Puede que la gente, acostumbrada ya a las alcantarillas abiertas, considere la situación común; sin embargo, lo más recomendable es denunciar, para que las autoridades identifiquen los puntos que representan peligro.

En algunos rincones de la ciudad, las varillas pueden costar hasta cinco mil pesos; en otros, incluso, son cambiadas mano a mano por sustancias alucinógenas; cambalache que funciona día y noche. Las chiveras compran el kilo de hierro a 300 pesos y las tapas de alcantarilla pesan aproximadamente 50 kilos, lo que representa unos $15.000 para quienes comercializan estos bienes públicos. Mientras que para estas personas una tapa de alcantarilla representa quince mil pesos, para la ciudad cada unidad tiene un costo que va desde $200.000 hasta $380.000, dependiendo del material.

Así entonces, en las manos de quien haya resbalado por el hueco sin fondo de la drogadicción, la tapa de una alcantarilla se traduce en nueve cigarros de marihuana o tres papeletas de polvo blanco. Las tapas de las alcantarillas, las rejillas de los sumideros, las tapas de las recámaras de energía, los medidores, hasta los cables telefónicos, las luminarias, son algunos de los elementos que se roban para luego ser comercializados en las chiveras.

Lo más triste de este cartel de destrucción y muerte por el cual nadie hace nada, es que no hay certeza sobre el número exacto de chatarrerías que funcionan en la actualidad, ya que muchas no están registradas con ese concepto de negocio comercial, sino que aparecen camufladas como talleres automotrices o bodegas de almacenamiento.

Robarse una tapa del alcantarillado deja de ser un delito refundido en el hueco de la impunidad, con el proyecto de Ley que mete en cintura a los comercializadores del hierro, quienes convierten el sistema de drenaje de aguas residuales en una trampa mortal. Este busca penalizar por tres años de cárcel a quienes se roban las tapas y también busca que la empresa administradora del sistema de acueducto y alcantarillado dentro de las 24 horas siguientes tenga que reponerlas, porque de lo contrario tendrían multas y sanciones por parte de la Superintendencia.