La Cumbre, ¿oxigeno para la paz?

Editorial
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Se avizoraba como el escenario para celebrar con el presidente colombiano Juan Manuel Santos el fin del conflicto armado más viejo del continente; pero después del inesperado rechazo en un plebiscito, la Cumbre Iberoamericana que comienza hoy en Cartagena podría ser utilizada por el mandatario anfitrión para intentar darle nuevos aires al titubeante acuerdo de paz con las Farc.


La cita será donde un mes atrás Santos y las Farc rubricaron el histórico acuerdo para terminar con más de medio siglo de hostilidades y que días después quedó en el limbo con el triunfo del “No” en una consulta popular.

La cumbre celebra sus 25 años con una evidente pérdida de interés. Muestra de ello es la ausencia de 10 de los 22 jefes de Estado y gobierno convocados, entre ellos el venezolano Nicolás Maduro y varios de sus aliados en la región. Maduro enfrenta una escalada de la profunda crisis política en su país a raíz de la reciente decisión de la autoridad electoral de suspender la recolección de firmas con la que la oposición buscaba activar un referendo revocatorio de su mandato y que derivó en que el Congreso, dominado por los opositores, abriera la ruta para un juicio político al gobernante.

La comunidad iberoamericana posiblemente se pronunciará sobre la situación en Venezuela y algunos bloques, como el Mercosur, también lo harían al margen de la cita. La incertidumbre sobre la paz en Colombia también podría estar en la declaración final de la cumbre.

Es probable que los mandatarios se limiten a reconocer la labor de Santos por la paz y apoyar las negociaciones para lograr un nuevo acuerdo y con respecto a Venezuela no hay consenso en la región acerca de qué hacer, seguramente los mandatarios se limiten a enviar una exhortación al diálogo y la solución pacífica de las diferencias. El antecesor y mentor de Maduro, el fallecido presidente Hugo Chávez, participó activamente en las cumbres iberoamericanas y protagonizó choques verbales memorables, incluso con el entonces monarca español.

Al margen de los temas tradicionales que se tratan en estos encuentros -la cooperación cultural, educativa y científica- los organizadores de la cita en Cartagena habían anticipado la celebración de un momento histórico para Colombia y bautizado esta edición como la “Cumbre de la paz”. Pero el reñido triunfo del “No” cambió inesperadamente el escenario.

Santos, quien se verá con varios dignatarios por primera vez desde que obtuvo el Nobel de la Paz, busca ávidamente un consenso político con los promotores del “No” para alcanzar un nuevo acuerdo con las Farc en medio de un alto el fuego que se ha extendido hasta fin de año para darle tiempo a las negociaciones.

El presidente colombiano también podría intercambiar ideas sobre el acuerdo de paz con el secretario general electo de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, invitado a la cumbre; para Colombia el acompañamiento del organismo internacional en este proceso es crucial.

Por segunda vez en las tres últimas ediciones la cumbre tendrá marcadas ausencias de dignatarios, algunos por razones mayores como el jefe del gobierno español Mariano Rajoy, que estará pendiente a una sesión de investidura, u otros líderes que optaron por enviar a sus cancilleres como los de Argentina y Brasil.

La importancia de las cumbres iberoamericanas es limitada y España y Portugal son mucho menos influyentes que en el pasado, en alusión en parte a las dificultades económicas recientes en esos países que hicieron que Latinoamérica mirase más a otras naciones como China.

Al margen de los asuntos coyunturales esta edición será importante porque es la primera que se realiza bajo el formato bianual, que le da un cierto respiro a los jefes de Estado. Además se presenta como una oportunidad para relanzar el proyecto iberoamericano trazado en la primera cumbre en Guadalajara en 1991 centrado en la cooperación cultural, educativa y científica, ahora con el ímpetu que trata de impregnarle la nueva secretaria.