Trump no tiene rival

Editorial
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Donald Trump ya es el vencedor del proceso de primarias republicanas, a falta solo de que la mayoría de los delegados del partido elegidos (2.472 en total) lo proclamen en la convención que tendrá lugar en julio en Cleveland (Ohio).

Aunque la victoria del magnate ya era un hecho matemático tras la retirada de Ted Cruz la noche del martes, ya que la convención abierta quedaba descartada, el abandono de John Kasich ayer deja solo al millonario en una carrera que ha dominado especialmente en su recta final. Pese a que su jefe de campaña había anunciado tras las primarias de Indiana que iba a mantenerse en la carrera, el gobernador de Ohio no tuvo más remedio que asumir la realidad y anunciar su adiós, que consolida la victoria indiscutible del showman neoyorquino.

No es la primera vez que un candidato se impone en el proceso de primarias antes de llegar a la mitad más uno requerida. Hace cuatro años, en el proceso republicano de 2012, Mitt Romney, con menos oposición de la que ha tenido Trump fue proclamado vencedor en el mes de abril, después de una serie de victorias en el este del país, bastante más lejos que Trump del objetivo.

Ahora mismo, tras llevarse los 51 delegados que se ponían en juego en Indiana, el millonario suma 1.047 delegados, a 190 de los 1.237 que necesitaba. Kasich, con solo 153, menos de los que logró Marco Rubio hasta el 15 de marzo, hacía tiempo que no tenía opción alguna.

La victoria final de Trump comenzó a gestarse con su indiscutible triunfo en Indiana, con más del 53% de los votos, que obligó a retirarse a Ted Cruz, sin dinero en la campaña y sin posibilidades de llegar a la convención. La comparecencia de Trump fue la de un candidato a la elección presidencial. No tanto por las formas, que nunca cambian, como por el destino de sus palabras.

Con un eufórico anuncio de que llevará a la «victoria» al Partido Republicano en la elección presidencial de noviembre, el magnate aseguró que ya está recibiendo llamadas de «impensables» republicanos para sumarse a su campaña.

A ello sumó un guiño nítido a las minorías, uno de sus talones de Aquiles, a los que tendrá que cortejar de manera convincente si quiere hacerse con la presidencia del país: «Me encantan los hispanos y los afroamericanos. Son buena gente, que lo que quieren es trabajar», afirmó, sin dejar de recordar que construirá el prometido muro en la frontera con México, una de sus grandes promesas de esta campaña.

Así pues, parece que Trump es el único candidato para representar al partido republicano en las elecciones presidenciales de noviembre. Su primera tarea será conciliar a un partido dividido. Parece muy fácil decirlo.

A partir de este momento, Trump y el partido republicano están a merced del otro. Será interesante observar cómo se transforma el alborotador Trump en un hombre de Estado; o cómo logrará acercarse al electorado femenino –hasta ahora lo rechaza un 70 por ciento de las mujeres-. ¿Qué le prometerá Trump a los latinos y afroamericanos para que por lo menos lo apoyen más de lo que lo han hecho hasta ahora? ¿Y qué hará para crear más puestos de trabajo? ¿O para lograr más dinero para el sector educativo? La campaña electoral estadounidense va a ser muy emocionante.