Hay que salvar el mundo

Editorial
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El próximo 30 de noviembre principia la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, COP 21, en París. A pesar de los trágicos acontecimientos provocados por los atentados terroristas, la COP 21 va.

 

La presencia de más de cien países confirma que el mundo es capaz de unirse frente amenazas globales, entre ellas el Cambio Climático (CC) atribuido a la actividad humana. Las emisiones de gases efecto invernadero (GEI) -dióxido de carbono, metano, gases fluorados- provienen de los procesos de producción y consumo de energía, léase desechos industriales, tala inmoderada, basura, humo despedido por los vehículos. En tanto más GEI, más peligro que aumente la temperatura de la Tierra.

La COP 21 tiene dos objetivos principales. Uno, negociar un proceso de descarbonización mundial con acuerdos vinculantes para mantener la temperatura del planeta por debajo de los 2 grados Celsius. Dos, generar protocolos para mitigar los impactos del CC en países vulnerables como el nuestro. El cambio del clima nos reta a construir un nuevo mundo, a cambiar de mentalidad, a cambiar radicalmente los tipos de energía que utilizamos, a comprender la economía y el progreso de una manera diferente, menos consumista, menos codiciosa que no explota recursos naturales no renovables. El nuevo mundo aprecia el espíritu de relación que existe entre los ecosistemas de la Tierra, "porque nuestra vida y la de todos los seres que existen dependen de su permanencia", murmuró el Clarinero.

Es una lástima que el calentamiento global no genere una reacción similar, pese a que el deterioro del medio ambiente por causa de la emisión de gases de efecto invernadero es más que evidente. La cumbre climática COP21 es vista como la última oportunidad para que los países se comprometan a reducir sus emisiones.

Hoy, el 95% de nuestras fuentes de agua están contaminadas. El 70% de nuestra cobertura forestal ha sido talada. Según la Organización Mundial de la Salud, la calidad del aire en la ciudad capital ya no cumple con los parámetros mínimos de limpieza atmosférica. Recientemente Hugo Beteta, de la CEPAL, sugirió: "Buscar un nuevo concepto de competitividad, basado en la innovación, en el cierre de las brechas sociales, en la creación de empleos con derechos, dejar de lado la idea de una competitividad basada simplemente en la explotación de la mano de obra barata, de los recursos naturales y de la evasión de impuestos". 

La COP21 arranca en París. Esperemos que el espíritu desafiante de la capital francesa inspire a los líderes mundiales y que esta vez los acuerdos sean mucho más que declaraciones de buenas intenciones.