¿Qué sigue para la movilidad en Santa Marta? (I)

Editorial
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Como toda una hazaña ha sido considerada la decisión del alcalde Carlos Caicedo de derribar el muro ubicado sobre la calle 29, el cual mantuvo durante varias décadas estrangulada la posibilidad de dar continuidad a la Avenida del Río y conectarla con las avenidas Campo Serrano y Hernández Pardo, corredores estos de gran importancia para la comunicación de la ciudad de norte a sur y de oriente a occidente.

 

Si bien no se puede desconocer el valor de la decisión de la autoridad distrital, más allá del acto populista, para algunos oportuno y otros cuestionable dada la época preelectoral, surge para gran parte de la ciudadanía una pregunta obligada: ¿Qué sigue para la movilidad de Santa Marta?,  inquietud válida, que debería tener respuestas concretas tanto por el gobierno actual como por parte de los candidatos que aspiran a administrar durante los próximos cuatro años esta ciudad.

Y es que después de la caída del muro, Santa Marta sigue siendo una ciudad obsoleta en términos de movilidad, con un sistema de transporte cuya flota de vehículos no cubre ni en calidad ni en cantidad la demanda. En mejores condiciones no se encuentra el sistema vial, a pesar de los reparcheos y de la pavimentación por autogestión en algunos barrios;  en general el sistema sigue siendo deficiente en cuanto a calidad se trata, e insuficiente y discontinuo para atender los flujos de tránsito que demanda la población.

La ejecución de obras de la actual administración no ha obedecido a criterios de planificación, eso es evidente, pues la intervención de vías a retazos para los barrios puede que genere rendimientos políticos, pero en términos de ciudad su impacto es imperceptible, ya que esto no soluciona la necesidad de vías auxiliares para descongestionar el tráfico por las principales avenidas.

La ciudad requiere desde hace mucho tiempo un plan integral de movilidad que incorpore las soluciones de vías urbanas que en su momento fueron proyectadas por el Plan de Ordenamiento Territorial vigente, las cuales siguen siendo pertinentes para resolver las necesidades de conectividad al interior de la ciudad.

Un ejemplo de esto es el corredor de la calle 30, que más que una rehabilitación como está planteado en el Setp, lo  que requiere es que se ejecute en doble calzada desde el sector de La Lucha hasta la carrera cuarta, lo cual permitirá una amplia y ágil circulación para un trayecto donde confluyen gran parte de los tráficos que derivan de los principales subcentros de la ciudad (El Rodadero, Gaira, Bonda y Mamatoco).

Con esto además se habilitaría la recuperación de la margen del río que se encuentra paralela a este corredor, proyecto que se encuentra desde hace mucho tiempo en planes de gobierno como el actual, sin que su desarrollo como eje ambiental y de espacio público se concrete para la ciudad.



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