Tercera edad protegida

Editorial
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Múltiples han sido las iniciativas para apoyar y proteger a las personas adultas mayores. Una vez más la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comisión Económica para América Latina (Cepal), se unieron para hacer un llamado a los países americanos con el objetivo de que protejan los derechos de esta población vulnerable donde se incluye el derecho a la salud y a un envejecimiento saludable, fortaleciendo además la protección de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de las personas mayores, incluido su derecho a la salud.

Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) existen aproximadamente 150 millones de personas mayores de 60 años y se proyecta que para 2020 serán unos 200 millones.

 En 2050, se predice que habrá casi tantas personas de 60 y más años, que menores de 15 (2.000 millones en comparación con 2.030 millones).

Lamentablemente, en América Latina y el Caribe, cerca del 50% de las personas mayores no tienen recursos suficientes para financiar sus necesidades diarias, lo que implica un desafío al momento de asegurar su salud y bienestar.

Ante esta realidad, los organismos internacionales reiteran nuevamente la importancia de no volverle la espalda a esta población e implementar medidas específicas para promover en ellos un envejecimiento saludable, mediante el acceso a la seguridad social, al trabajo, a la vivienda, a tener información sobre los tratamientos, a los cuidados paliativos y contra la discriminación y abuso.

Es el primer tratado de derecho internacional público, cuyo objetivo es promover y proteger específicamente los derechos humanos de las personas mayores.

La Convención pretende un cambio social que asegure a este sector su plena inclusión en la sociedad, eliminando para ello todas las barreras que impiden su participación activa.

Uno de los principales logros de este instrumento internacional es el de situar esta población en el plano de los derechos humanos, lo que permitirá, a su vez, dar mayor visibilidad para que sean respetados como seres humanos.

Así, las acciones se deben centrar en apoyar a los gobiernos a realizar consultas participativas sobre la Convención; fortalecer la inclusión de temas vinculados a las personas mayores en el trabajo de las agencias del sistema interamericano y de Naciones Unidas; facilitar una colaboración estrecha con las organizaciones sociales para capacitar a las autoridades sobre las normas que propone la Convención, así como alentar a la comunidad internacional a apoyar iniciativas nacionales que aborden el envejecimiento saludable y faciliten información a las personas mayores sobre sus derechos.

Todo ser humano, desde su propio entorno puede hacer mucho por esta población, valorando a los adultos mayores no solo como seres humanos, sino como seres con derechos que ya en el ocaso de sus vidas, merecen respeto, abrigo y consideración, tanto o igual a como los jóvenes de hoy lo merecerán en un futuro.



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