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El caso de un estudiante de 6° semestre de Atropología en la Universidad del Magdalena, de 20 años de edad y quien fue recluído en una clínica de la ciudad con un cuadro postraumático muy crítico, que de seguro no es el primero, disparó las alarmas y por ello ha empezado a preocupar a la ciudadanía y más a los padres de los alumnos de esa alma máter.
Sin duda, es el primero en darse a conocer a la luz pública, por cuanto sus familiares decidieron reportarlo a través de una emisora local y la cual ha venido endilgándole la responsabilidad que le cabe tanto a una profesora del joven afectado como a la rectoría del alma máter por este asunto.
El estudiante de Antropología, según un hermano mayor, debió ser internado en un centro asistencial psiquiátrico, porque mostraba un comportamiento anormal e incoherencias en sus raciocinios.
Dijo que, cuando le indagó a su hermano menor: ¿qué había consumido para estar con ese extraño comportamiento e incomprensibles pensamientos?, él le expresó de forma coherente, debido a que el joven aún tenía baches de coherencias antes de ser internado en la clínica, que recordaba haber bebido un brebaje.
Su hermano se puso a indagar después entre las cosas de su hermano menor, en su celular y facebook, el cual dejó abierto y descubrió lo que él considera pudo ser la causa de lo que mandó a su hermano a la clínica.
Entre las pruebas que halló, por ejemplo, está una conversación que su hermanito sostuvo por washap con la profesora en cuestión y en donde la docente le da al estudiante una dirección para encontrarse y le indica qué llevar a fin de concretar el consumo de cierto brebaje conocido como yajé, una sustancia alucinógena, que ha sido usada desde tiempos inmemoriales en las comunidades indígenas de Sur América con fines místicos, adivinatorios y religiosos.
En la actualidad, esta sustancia ha empezado a salir de los contextos indígenas y se ha filtrado en el contexto urbano, en donde su consumo se reviste de un significado y características propias.
En un reciente estudio se analizaron las motivaciones asociadas al consumo de yajé en el contexto urbano. Para tal fin se diseñó una escala de evaluación de motivaciones, la cual fue validada por jueces y aplicada a 40 personas de la ciudad de Bogotá que consumieron el yajé en dos o más ocasiones. También se realizaron entrevistas semiestructuradas a cuatro de los sujetos participantes, con el fin de complementar y enriquecer la información obtenida por la escala.
Se encontró que en ese grupo de personas, las principales motivaciones que impulsaron a que el consumo de yajé se repitiera, fueron las de tipo terapéutico a nivel emocional, en donde el sujeto esperó obtener tras el consumo, bienestar psíquico, caracterizado por sentimientos de tranquilidad, paz interior y claridad mental, así como resolver el estancamiento y encontrar soluciones y alternativas de manejo a situaciones personales.
Tal vez por esta última motivación, el consumo del yajé se ha venido extendiendo en los claustros superiores y posiblemente en la Universidad del Magdalena, de acuerdo con la difusión del caso del estudiante de Antropología de ese centro educativo superior.
Así lo ha denunciado también el hermano del protagonista principal de este último caso, en declaraciones que entregó a Radio Galeón, la emisora que viene difundiendo el hecho y exigiendo responsabilidades.
Por su parte, la educadora de la Universidad del Magdalena y a quien el hermano del estudiante afectado le quiere endilgar alguna responsabilidad, en declaraciones a la misma emisora no sólo evadió responsabilidad en el asunto, sino que también dejó entrever que el universitario consume otras clases de drogas.
Mientras tanto, no existe todavía un pronunciamiento por parte de la Universidad del Magdalena, pese a que la denuncia se ha venido difundiendo durante varios días por la misma emisora.
No obstante, el Defensor del Pueblo del Magdalena, Albeis Fuentes, anunció tomar el caso de oficio e iniciar las averiguaciones pertinentes, para llevar el asunto hasta los estrados correspondientes, si es preciso.
Editado y escrito por:
Álvaro Andrés Cotes Córdoba.