Otra condena contra Coronel del Ejército por homicidio

Róbinson González Del Río.

Judiciales - Nacional
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Bogotá, Colombia (AP)El coronel en retiro del ejército Róbinson González Del Río recibió una segunda condena por el asesinato de civiles por un juzgado penal de la ciudad de Pereira en la región oeste de Colombia.

 

La Fiscalía informó el martes que González tiene responsabilidad en el asesinato en 2007 de los civiles Javier Moreno y Janio Sepúlveda, quienes falsamente fueron presentados como delincuentes muertos en combate.

El juzgado de Pereira, a unos 3020 kilómetros al oeste de la capital colombiana, lo encontró culpable --entre otros-- por los delitos de homicidio y concierto para delinquir o el pacto entre dos o más personas para perpetrar un número indeterminado de crímenes.

González fue condenado en enero a 30 años de prisión por su probada participación en el asesinato de 31 civiles. Al otrora oficial aún le queda pendiente un proceso por la ejecución extrajudicial de civiles.

El ex militar está detenido desde 2012. Actualmente se encuentra preso en La Picota, una cárcel del sur de Bogotá.

El presidente Álvaro Uribe (2002-2010) y su ministro de Defensa, el hoy mandatario Juan Manuel Santos, destituyeron en octubre de 2008 a 27 militares -entre ellos tres generales- porque por acción u omisión habrían permitido hechos similares a los de González Del Río.

Desde entonces la Fiscalía inició una vasta investigación y estableció que más de 3.600 personas habrían sido víctimas de ejecuciones extrajudiciales, que en Colombia son denominados "falsos positivos".

Las últimas cifras de la Fiscalía, de finales de septiembre de 2015, dan cuenta de que al menos 9.000 militares han sido vinculados a estas indagaciones. Más de 800 uniformados han sido condenados por estos hechos.

Las víctimas de las ejecuciones extrajudiciales o "falsos positivos" fueron generalmente drogadictos o personas con antecedentes penales o cuyas familias no tuvieran poder para presionar ante las autoridades. Incluso se han documentado casos en los que las víctimas tenían problemas mentales. Un reclutador, amigo de los militares, se encargaba de ubicar a quienes posteriormente aparecían muertos y les hablaba de inexistentes promesas de trabajo en regiones alejadas de sus lugares de origen.